sin pelos en las teclas>

La nueva política – Por Cecilio Urgoiti

El desatino político que vivimos, durante muchas décadas, no puede tener una solución mágica. Esa magia no está con el desembarco de una nueva fuerza social en las instituciones, impregnadas como están de años de dictadura o de una pseudodemocracia de principios representativos y rayando, en algunos sitios, el “ordeno y mando” de inspiración tiránica y bajo el ideario primordial de servirse y no de servir. Recuerdo en este punto unas palabras del profesor Sampedro que pueden sintetizar el horizonte actual, así de claro: “El sistema está roto y perdido, por eso tenéis futuro”. Pues bien, el futuro se construye en el presente, pero mirando hacia ese futuro. Pongámonos manos a la obra “y si ladran, señal que cabalgamos.” Frase atribuida a Cervantes en El Quijote, pero que nunca la leí en dicho libro, aunque viene muy al pelo de la tarea que hay por delante. Lo que sí podemos decir es que no queremos una sociedad en la que nos veamos obligados a salir a la calle y al exigir democracia y participación te multen, te detengan o te apaleen. El zorro no puede ser hoy el guardián de las gallinas.

Lo mismo nos pasa con los tolerantes y promotores de la corrupción. No pueden ser los garantes de la ética o de la honestidad y mucho menos los exigentes de la limpieza política, cuando siguen manipulando las instituciones a su favor, sin respetar la propia división de poderes y colocando jueces a su antojo, con el fin de verse favorecidos. Creo que es un error que el presidente reconozca que la corrupción es un problema y haya afectado al resultado electoral negativamente y, en ese mismo acto, plasmar un imputado como nuevo cargo para formar parte de la solución.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha sostenido que ha “aprendido la lección” a continuación de la dimisión del que hubiera sido su concejal de Cultura, Zapata, por sus tuits ofensivos y la cuestión, no menos baladí, por la “no dimisión” de su portavoz Rita Maestre, tras conocerse que estaba imputada por asistir como observadora a un acto, según sus palabras, en una capilla de una universidad pública de Madrid, donde se desnudó de cintura hacia arriba, como acto de protesta, pues ella sostiene y defiende el criterio laicista de las instituciones públicas.

La agitación que han creado los medios de comunicación no tiene ningún precedente y mucho menos si analizamos fríamente los actos y además hacemos un análisis comparativo con las tramas de calado económico de los partidos que se han disputado la gobernabilidad de este país hasta ahora.

El haber aceptado la dimisión de Guillermo Zapata no puede interpretarse como un síntoma de debilidad, más bien ha de verse como lo que realmente fue: un acto de generosidad. Pero entiendo que habrá que hilar fino a la hora de actuar y exigir responsabilidades, ya que a Rita Maestre se le pide una dimisión por ser activista de un grupo que lucha por el laicismo. Sería algo así como si a un escritor le pidieran la dimisión por escribir. Hay que tener en cuenta que si se crea una norma es para cumplirla; no es bueno dar saltos de caballo de ajedrez y esto va a los nuevos.

Mientras, el del plasma se ha salido de rositas tras las ondas hertzianas sin contestar ni a la reforma del partido, que fue un adelanto del nombramiento de los responsables de campaña electoral, y tampoco contestó sobre esos tres jueces que con afinidad manifiesta van a juzgar a su partido en el caso Gürtel.
Del Gobierno ya hablaremos.