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Los peritos avalan las denuncias y se mantienen las acusaciones

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

El juicio que celebra el Juzgado de lo Penal número 8 de Santa Cruz de Tenerife contra un profesor lagunero al que dos de sus exalumnos acusan de sendos abusos sexuales quedó ayer visto para sentencia, después de una jornada final en la que los peritos forenses avalaron la versión dada por los denunciantes y las partes presentaron sus conclusiones, muy similares a las del inicio del proceso.

La gran novedad de dichas conclusiones fue que el abogado del docente, ya desligado del centro en que tuvieron lugar los hechos, añadió a su reiterada solicitud de inocencia una petición de que, en caso de que haya condena, solo se multe a su representado.

En cuanto a las acusaciones, solo realizaron modificaciones en el relato de los hechos acerca de uno de los delitos. Por parte de la Fiscalía se reclaman tres años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales y otra pena de dos años y dos meses por otro delito de abusos sexuales. En ambos casos la condena solicitada incluye dos años de libertad vigilada y dos de inhabilitación especial para la docencia.

Una de las acusaciones particulares se adhiere a las conclusiones del Ministerio Público, mientras que la otra eleva las penas a tres años y nueve meses de prisión por el delito continuado y tres años de cárcel por el segundo, además de seis años de inhabilitación como profesor y cinco de libertad vigilada. Por lo que respecta a la responsabilidad civil, la Fiscalía pide 15.000 euros para el denunciante del delito continuado y 6.000 para el otro, cantidades que la acusación particular de uno de los chicos y que también representa a la asociación de padres y madres del centro eleva a 30.000 y 10.000 euros respectivamente.

En cuanto a la jornada de ayer, los peritos se reafirmaron en lo contenido en sus informes, en los que consideran los testimonios prestados por los entonces menores de edad como probablemente creíbles.

En ambos casos, los especialistas detectaron que los chicos presentaban sintomatología ansiosa, pero no inadaptación a nivel personal, escolar o social. Los dos chicos son alumnos con brillantes expedientes académicos.

A este respecto hay que tener en cuenta como consecuencia de la presión sufrida en el propio centro (los padres del acusado eran propietarios del 50% del mismo) a raíz de las denuncias interpuestas, se vieron obligados a matricularse en otro, abandonando así el colegio donde siempre habían cursado sus estudios y en el que estaban sus amigos.

En los alegatos, destacar la firmeza de la exposición de la Fiscalía, que expuso con detalle su caso haciendo ver las contradicciones de lo declarado por el profesor y numerosos testigos. Por su parte, la defensa achacó una de las denuncias a una mera fabulación por celos, mientras que la otra adujo que el docente estaría dormido cuando ocurrieron los hechos y que actuaría “entre sueños”.