El Gobierno de Canarias (el anterior) ha enviado a la Fiscalía al gerente de Funcatra, el socialista Agustín Herrera. ¿El motivo? Una serie de irregularidades contables que ponen en entredicho no solo la gestión de Herrera sino la funcionalidad de programas de empleo como el conecta-T o transforma-T. Programas que permitían el reciclaje de los desempleados, y el intercambio de talento.
Francisca Luengo, deja la consejería regional y, por consiguiente, el marrón a su compañera de partido, Patricia Hernández, que tendrá que lidiar ahora con un departamento muy tocado, y no solo por la elevadísima tasa de paro, sino por unas políticas de empleo nefastas y que en ningún caso han ayudado al objetivo final: la creación de empleo.
Lo dije la semana pasada: el nuevo Gobierno de Canarias tiene que cambiar radicalmente los programas de empleo para conseguir un mercado laboral activo y competitivo. Pero visto lo visto, lo pongo muy en duda. Al unir los departamentos de Empleo y Asuntos Sociales, Patricia Hernández (gran defensora de las políticas sociales) optará por dar prioridad a programas basados en subsidios. Más gasto en prestaciones sociales y menos en planes de creación de empleo, como por ejemplo, incentivos a la contratación.
Si las contrataciones aumentan, habrá más canarios trabajando y, por consiguiente, menos gasto en prestaciones por desempleo. Lo que ha ocurrido en Funcatra es un problema simple de dejación, de falta de supervisión.
El departamento de Empleo siempre ha estado bajo la sombra de las irregularidades. Programas que se pagan y no se llevan a cabo. Cursos que se contratan, pero que después no se vigila su asistencia. Son muchos los ejemplos de casos en los que esta consejería ha estado cuestionada.
Patricia Hernández tiene en sus manos un gran reto en esta legislatura: no solo disminuir la tasa de desempleo, sino devolver la credibilidad a su departamento. En el primer caso, los buenos datos macroeconómicos unidos a buenas políticas de empleo la ayudarán. En el segundo, le será mucho más difícil. Tiene cuatro años conseguirlo, y 100 días de gracia para demostrar que puede hacerlo.