el charco hondo

5.000

Si la gobernabilidad de Canarias pasa por un municipio de 4.000 vecinos, o los votos de 2.521 herreños y 5.000 gomeros, si eso pasa, y pasa, una de dos, o falla el sistema o pinchan los partidos. O ambas cosas. Cuando esto ocurre, y está ocurriendo, es que Canarias está a las puertas, en la frontera, de la ingobernabilidad. Quiebra el sistema electoral. ¿Es saludable que las islas periféricas tengan garantizada su representatividad? Sí, es razonable, pero deja de serlo cuando huyendo del defecto se cae en el exceso, o en tanta extravagancia como hace falta para que los 54.000 entusiastas que votaron a Ciudadanos no tengan escaño mientras, olé, olé, los 5.000 que apoyaron a Curbelo sienten a tres diputados en el Parlamento. Patinan los partidos. A mayor gloria, satisfacción y festejo de Soria o Antona, pinchan los dos partidos que, se dice, rumorea, parece, gobiernan Canarias. Es imposible gobernar así, ahogados en desamor y desconfianza. El padre de Le Nouvel Observateur, Jean Daniel, se lo cuenta, bien contado, a Martine de Rabaudy: amar es enternecerse ante los defectos del otro, en cuanto el amor se debilita los defectos se perciben como lo que son. En esas están los de Clavijo y Hernández, sin atisbo de ternura, percibiendo los defectos del otro a todas horas. Falla Coalición cuando no pone orden por abajo y el PSOE porque no lo hacen por arriba; a Sánchez no se le espera, y en las Islas hay quienes sonríen cuando imaginan a Patricia Hernández en la oposición. Esto no va. Ni bien ni mal, no va. Esta legislatura se ha calado. No se puede avanzar cuando sistema electoral y partidos hacen aguas. Hay más, y peor. Las matemáticas parlamentarias no ayudan. Algo, lo mas parecido a una mayoría alternativa, pasa por Curbelo. Y él, sí o sí, en enero pondrá sus diputados junto a los del partido que esté al frente del Ejecutivo, Legislativo y Judicial; y es que, volviendo a Jean Daniel, sabe Curbelo que hombre de Estado es aquel capaz de conciliar lo posible con lo deseable.