GÜÍMAR

La Bajada de El Socorro: menos gente, misma devoción

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FOTOS ANDRÉS GUTIÉRREZ

Cual milagro, decían los más devotos, la Virgen de El Socorro logró apaciguar las nubes durante su ancestral Bajada, para que solo descargaran su agua cuando la imagen estaba ya guarecida, primero en San Pedro y luego en la pequeña ermita a la que le da nombre.

Antes y después de la Bajada la presencia de la lluvia hizo temer por la suspensión de algunos de los actos previstos en la romería más antigua de Canarias, que ayer volvió a congregar a muchísimas personas, aunque muchas menos de las ochenta mil que habla la organización, muy dada a inflar la cifra de afluencia, ya de por sí destacada. Una menor asistencia que resulta lógica al caer en día laborable y además tras el enorme chaparrón que justo a las siete de la mañana cayó sobre todo el Valle de Güímar. Esa tromba de agua cogió a cientos de peregrinos y parranderos en la plaza de San Pedro y alrededores, a la espera de que el obispo Nivariense, Bernardo Álvarez, finalizara la tradicional misa de los peregrinos. La lluvia hizo temer por un momento en la suspensión de la Bajada, pero pronto las nubes se abrieron y con la salida del sol comenzó el recorrido de cinco kilómetros que lleva a la Amada desde San Pedro al pequeño caserío de El Socorro, a donde llegó, pese a salir con media hora de retraso, a la misma hora que otros años, escoltada por miles de devotos y no devotos, al ritmo del conocido pasadoble Nuestra Señora ya partió, algún que otro bucio y bajo un impregnante olor a albahaca situada en sombreros, mochilas, solapas u orejas.

Una romería singular, donde no hay traje tradicional o de mago, excepto aquellos dos centenares que visten las pieles de oveja o de cabra de los antiguos aborígenes. Una romería en donde se está imponiendo la novelería a la devoción, por mucho que el epicentro de la fiesta no deje de ser una imagen venerada desde hace más de quinientos años por nuestros antepasados.
A la llegada al caserío se sucedieron los salves a la Virgen, acrecentados cuando llevada por sus mayordomos entró en la pequeña ermita. Al igual que el año pasado, fue el párroco de Arafo, Juan Francisco Alonso, quien ofició la homilía de bienvenida a la Virgen, cuando paró la música de los kioskos, a la que ofreció “a los cristianos perseguidos en el mundo para que sea su protectora”. Poco después de concluida la misa, que volvió a alargarse por la comunión, reapareció la lluvia y muchos aprovecharon el instante para abandonar el caserío. Pero volvió la calma y la imagen de El Socorro pudo cumplir con el guión prestablecido, realizando la ceremonia de los guanches y la siempre íntima procesión de las candelas, como preámbulo de lo que será hoy un día tocado básicamente por los actos religiosos, finalizando con el traslado a San Pedro a donde llegará sobre las diez de la noche.

Y se espera lo haga sin la polémica del año pasado, cuando los tocadores del tajaraste “se encadenaron” ante la puerta de San Pedro por negarles la entrada a la iglesia. Para evitar la aglomeración en la parroquia, el encuentro a la Virgen se hará hoy en la misma plaza.

La emoción de la ceremonia de los guanches

La juguetona lluvia de ayer también hizo una tregua por la tarde para que se desarrollara uno de los actos más emocionantes de las fiestas de El Socorro, a semejanza de lo que sucede el día 14 de agosto en Candelaria, la ceremonia de la aparición de la Virgen a los guanches en la playa de Chimisay, hoy de El Socorro. Cientos de personas se dieron cita a las siete de la tarde, en el remozado entorno de la Cruz de Tea y del espigón de la playa para presenciar la reconstrucción de un hecho ocurrido hace seiscientos años y que ayer contó con un centenar de figurantes guanches, ataviados para la ocasión, que trasladaron a la emoción a todos los presentes. Según recoge la historia o la leyenda, la pequeña talla de la Virgen apareció por primera vez a dos guanches que estaban repastando su ganado cerca de la costa. La imagen se resguarda entonces en el sitio de Chinguaro, dentro del menceyato de Acaymo, hasta que el cristianizado Antón Guanche decide trasladarla a una cueva de Candelaria, cuenta la leyenda. La romería de El Socorro conmemora aquella aparición y se celebra desde hace más de un siglo, estando considerada la más antigua de cuantas se realizan en Canarias, siempre un 7 de septiembre.

– Más kioskos y carretas. Si hubo cifras en donde se superó las expectativas con respecto a otros años, y fue en la de kioskos instalados y carretas inscritas, divididas entre tradicionales y nuevas.

-Retraso en San Pedro. Una fuerte tromba de agua sorprendió a los miles de peregrinos que aguardaban la salida de la Virgen después de la misa de San Pedro. Media hora después salió el sol y la comitiva partió hacia El Socorro.

-La albahaca no falla. Como viene siendo tradición desde hace años, los romeros llegaron hasta El Socorro ataviados con algún ramo de albahaca, imprescindible para aminorar el mal olor de los sudores dentro de la pequeña ermita.

-La raya azul. No podía faltar en El Socorro, donde precisamente muy cerca de allí se ha pintado la famosa raya azul, alguna alegoría alusiva, como en esta camisa de un vecino que se fotografió con la alcaldesa, la ideóloga de la raya.

*Vídeo Andrés Gutiérrez

Ni la lluvia puede con la Bajada de El Socorro. Un fuerte chaparrón de media hora hizo temer por la salida de la romería más antigua de Canarias, pero solo logró retrasar la salida una hora. Ya está en camino y al mediodía la imagen y miles de peregrinos llegarán a la ermita de El Socorro donde ya luce el sol, en donde se espera, pese a ser lunes, la presencia de más de cincuenta mil personas.