el charco hondo

Gala

Hace veinte años que la política de las Islas no cuenta con un escenario de este tipo, con módulos y una escenografía que nos devuelven a los años 80. Los discos de vinilo o los videojuegos, junto a la propuesta de gestionar Canarias descargando la aplicación de la triple paridad, ayudan a recrear aquella década. Cintas de casete y cubos de Rubik, con las islas vigilándose unas a otras calculadora en mano -echando cuentas de lo que se gastan en ésta o aquella- permiten una reproducción meritoria de lo que fue la política ochentera. Actores, productores y especialistas secundarios han reconstruido con precisión aquel ambiente, aquellos pleitos.

Estupendo. Apoyados en maderas, poliestireno, telas o cortinas, tienen a ministros y secretarios de Estado partidos de risa, contándose entre carcajadas que en Canarias se ha desatado un todos contra todos a cuenta de unos recursos que siguen en la carpeta de los pre-contratos. Al espectáculo no le falta detalle. Vivan los 80. Voluminosa. Colorida. Vistosa. Lo abarca todo, incluso un famobil de Freddie Mercury. Por no faltar, la gala que está escenificándose estos días tiene hasta prestidigitadores; y su presencia anuncia que, efectivamente, en cualquier momento van a transformar lo que ha sido una propuesta en firme de triple paridad, abracadabra, en el borrador de un borrador del borrador de una simple posibilidad o hipótesis de trabajo. Juego de luces, efectos y música ocuparán todo el escenario para, a la de tres, contarnos que lo de la triple paridad solo fue una idea -solo eso- para acto seguido anunciar otra propuesta, algo que los reconcilie con la cuadratura y, sobre todo, con el círculo. En el patio de butacas los espectadores, abrumados por tanto espíritu ochentero, demandan que en vez de la triple paridad el Gobierno se atenga a la fórmula de la triple prioridad, al sentido común. En lo que desandan lo andado (criterio corrector, dicen) hay que reconocer a los guionistas que la gala de los años 80 está muy, muy lograda.