el charco hondo

Ausentes

Confirmado. Tener pasado es un lastre, está penalizado. Pasa factura. Se paga. Los sondeos de estos días cuentan que no tener pasado crece como baza electoral. La memoria de lo ocurrido durante los últimos años debilita electoralmente a sus guionistas, protagonistas y actores secundarios, premiando a los ausentes, a quienes no han estado, a aquellos que no han tenido papel alguno en la crisis económica e institucional que aún escuece en el bolsillo y el humor del electorado. Bajan los que han estado, suben los que no; retroceden los existentes, avanza Albert Rivera –seguirá creciendo porque no ha estado; y si tiene pasado, que lo tiene, no duele-. Cañil y Portero lo auguraron con acierto en julio de 2014, adelantando que los ciudadanos/contribuyentes premiarán a quienes no se les pueda poner el sello de colaboradores necesarios de los acontecimientos recientes; los ausentes se fortalecen y, por contra, los existentes arrastrarán como una bola al tobillo el papel que han desempeñado durante estos años. La política, todavía en tiempos de cólera, no atiende tanto a las propuestas de futuro como a lo ya ocurrido. No se da el contexto para la lección de García Márquez, no cabe apelar aquí a que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado; no es el caso, todo es excesivamente reciente, la memoria ciudadana necesita más años para olvidar sombras y guardar luces. Ciudadanos galopa en los sondeos porque no ha estado en la foto, por ausente. Como ha apuntado Vallespín, en las actuales circunstancias no tener pasado es un activo y, sensu contrario, la vieja política decae porque sí lo tiene. PSOE y PP aguantarán el tipo, sí; a duras penas, pero los estabilizadores del sistema los mantendrán en pie. Sin embargo, a partir del 20 de diciembre ya nada será igual. Los ausentes de Albert Rivera están entrando, y lo harán por la puerta principal.