Domingo Cristiano

Los ‘plastaprogres’

Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, se ha descolgado con la mayor mamarrachada que he oído en mucho tiempo. Pues nada, que no se le ocurre otra gansada que proponer a los vecinos de Barcelona que este año celebren el solsticio de invierno en lugar de la Navidad.

Para que lo entendamos en todo su esplendor: la primera edila de la segunda ciudad más importante de España sugiere a los barceloneses que abandonen el milenario ritual de los belenes, los árboles de Navidad, los villancicos, los Reyes Magos… que olviden sus raíces culturas y religiosas -quien las tenga-, e hinquen la rodilla ante el astro rey. Y así, cabeza a tierra, agradezcan a la madre naturaleza, supongo, que las noches dejan de crecer y las horas de luz comienzan a aumentar.
Luego me dirán que si la tengo cogida con esta camada de nuevos salvadores laicos pero, ¿se puede decir mayor imbecilidad? O aquello otro de Manuela Carmena, que desahucia el Belén del Ayuntamiento de Madrid, uno de los mejores del mundo en su especie, y lo sustituye por festivales navideños de folclore árabe y latinoamericano. En serio, ¿se puede ser más ridícula?

Porque aquí no se trata de respetar a creyentes y a ateos ni de imponer una determinada visión de la vida. Lo que aquí sucede es que un grupo de resentidos sin otra idea que la revancha ideológica intenta disimular su nula capacidad para gestionar. Y para ello ponen en marcha una riada de desencuentros, discusiones y enfrentamientos entre vecinos que hasta este momento iban a ver el Belén si les apetecía o se iban de cañas si era lo que les pedía el cuerpo. O las dos cosas.
Unos plastaprogres, eso es lo que son. Muy plastas, siempre insistiendo en sus obsesiones. Y muy falsos progres.

Por lo demás, la Navidad no peligra, no temamos. Porque no es un nombre, ni un calendario de actos. Es Dios mismo entre nosotros. De hecho, somos los creyentes los únicos que podemos cargarnos el verdadero espíritu de la Navidad de nuestro Señor. Si nos perdemos en el ruido, los colores y los olores de las fiestas, sin dejar espacio para el silencio, que es el único lugar en el que Dios grita sus verdades, entonces la Navidad quedará reducida a una idea, un sentimiento. Y no: Navidad es una persona, es Jesús.

“Dios ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad; ha mandado al bosque y a los árboles fragantes hacer sombra a Israel”. Esto leemos hoy en los templos. El profeta viene a decir que Dios lo prepara todo para el encuentro con el hombre. Todo está dispuesto. Sólo faltamos nosotros, cada uno. Ese abrazo en tierra llana entre Dios y cada hombre es la Navidad.

Y la Colau que le haga carantoñas al sol si eso le divierte. Los monos de los que provenimos hacían lo mismo.
@karmelojph