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Reconstituyentes: Sansón y Kina San Clemente

Hoy es el día de la Constitución. Que en adelante podría ser la Reconstitución. Es decir, la Constitución reconstituida. Por los reconstituyentes. O sea, por los nuevos partidos que van a entrar con fuerza en Congreso y Senado tras las legislativas del venidero domingo 20 de diciembre del corriente. A la actual Constitución, como a los niños inapetentes y faltos de energía de hace décadas, hay que darle vino Sansón o Kina San Clemente, los añejos vinos dulces que nos atizaban nuestras abuelas, generalmente mezclados con yema de huevo y azúcar, especie de medicina natural con la que nos estimulaban las ganas de comer, si bien, de paso, más de uno se agarraba una cogorza de mil pares de diablos, toda vez que, tanto el Sansón como la Kina, tenían unos trece grados que se subían aceleradamente a la cocorota de los muchachitos que queríamos hacernos unos muchachotes. La Constitución que hoy celebramos ha sido la mejor de toda la historia democrática española. Nunca antes existió un texto escrito tan diáfano y tan progresista para su época. Los padres de la patria de entonces se la curraron a fondo. Aunque también colaron algunas trampas propias de los viejos tahúres del Misisipi, como no podía suceder de otra manera. Las trampas venían dadas por la exigencia de hacerla duradera. Y bastante que ha durado. Y debe seguir haciéndolo. Pues, un servidor no es partidario de derribarla, pero sí de transformarla o recomponerla, adaptándola a los tiempos que corren. Así que es tiempo de la que reforma llegue. Pero de la mano de gente nueva. De gente joven.

Ciudadanos y Podemos parece que traerán aire fresco para ventilar los hemiciclos del Congreso y Senado. Del primero, para fortalecerlo. Del segundo, para desaparecerlo, que merecido se lo tiene por haberse convertido en un cementerio de elefantes inservibles, pero que nos cuestan caro. La reconstitución tiene que llegar para poner coto a la gobernanza de los partidos acomodaticios. PP y PSOE delante del espejo en el que les miramos los españoles ya no tienen más que similitudes. Atrás quedaron las iniciales diferencias. En este mundo globalizado en el que, por lo que concierne a Europa, disponemos ya de un ejecutivo europeo que, con sus miserias y grandezas es el que corta el bacalao, ya no caben las diferencias del chaqué y de la chaqueta de pana. Pero sí que cabe, y es lo que nos falta a los españoles, la salsa de la regeneración de la vida política del país, que marca Ciudadanos, así como la pimienta con la que Podemos quiere condimentar el plato. La empanada gallega popular y el pescaíto socialista andaluz ya no saben a gloria. Más bien a tapita descompuesta. Juzgue el lector: según el CIS, el PP podría pasar de 186 a 128 diputados. A esto se le llama botulismo en la lata cagada por la gaviota; el PSOE pasaría de 110 a 89. La rosa se marchita y el puño afloja. Ciudadanos obtendría 66 diputados, según la encuesta (que tiene valor muy, pero que muy relativo); lo que significa que C’s pasa de cero a sesenta y seis (0-66), ahí es nada. Y Podemos, que se alzaría con 49: échenle guindas al pavo. Esto se pone guapo. Para un servidor, que lleva 42 años dándole a la tecla profesionalmente (a la tecla, el micrófono y la pantalla de la tv) no es que se ponga guapo. Es que se pone exhuberantemente maravilloso…
Por cierto: CC (Coalición Canaria) sacaría 1 diputado/a. Y está en veremos. Un azucarillo disuelto en un cafelito en ayunas. ¡Y agüita! Una caña de agua con gas, camarero, garzón…, como dicen los franceses. Segunda certeza: compren corbata negra para el entierro de IU.