TRIBUNA

Tradiciones canarias en Navidad

Las tradiciones de un pueblo nunca deben morir, forman parte de la idiosincrasia de su cultura. Han sido vividas desde la niñez en los hogares familiares. Me refiero en esta ocasión a las culinarias que poco a poco han ido desapareciendo, pero observo que algunas de ellas, últimamente vuelven a formar parte de los menú navideños.

La típica trucha canaria, como la llamamos aquí de toda la vida. En todas las fruterías, pastelerías u hornos de pan, se ven expuestas en grandes cajas de cartón como antaño. En Tenerife se suelen hacer rellenas de batata, muy sabrosas, o de una masa de almendra molida, o también de cabello de ángel más moderna. En las casas se amasaba la harina, se la dejaba reposar un par de horas para que tomara cuerpo, luego se extendía sobre un paño y se alisaba con un mango de madera, utensilio de todas las cocinas. Luego se iba separando con un vaso, tarea de toda la familia, dándole la redondez precisa. Una vez preparado el relleno, consistente en la batata blanca bien guisada, a la que se le añadía canela en palo,azúcar, almendra o a falta de ésta cabello de angel. Se iban rellenando una a una, y se cerraban con un tenedor que le daba la forma. Con el aceite bien caliente y a fuego lento, se colocaban en la sartén y, una vez doradas, se disponían en la bandeja, y se espolvoreaban con azúcar. Eran unas de las delicias de Navidad, tanto en las casas de ricos como de pobres.

Tampoco faltaban los pasteles del Puerto de la Cruz. Se vendían por las puertas de las casas. Venían las mujeres portuenses con latas de galletas ya usadas, llenas de los ricos hojaldres azucarados. Eran épocas en las que no había tanta especialidad de turrones. Junto a las truchas y pestiños, estaban las grandes cajas de polvorones de Estepa, las peladillas, los turrones de Jijona duro y blando, las frutas cristalizadas, pero siempre en la repostería canaria no podían faltar las exquisitas truchas, con ellas se invitaban a los amigos que se visitaban.

Se utilizaba mucho la palabra brindar. Castellano puro, que hoy día se oye poco. Se brindaba con mistela casera, licor de ruda (hierba aromática), y por supuesto no faltaba la sidra asturiana ni el anís del mono, en botellas blancas cuadriculadas, que servían también de instrumento musical.

Cada isla tiene sus costumbres navideñas, las quesadillas en El Hierro, las tortas bilanas en La Gomera, las rapaduras y marquesotes en La Palma, pero siempre, por encima de estos postres común en todas las islas, no podía faltar la trucha casera, postre preferido después de la comida.

La otra tradición, que parece que revive de nuevo, eran los portales de Belén, los pesebres o nacimientos. Toda la familia intervenía en la instalación. Unos, teñían el papel con las famosas anilinas para hacer las montañas arrugando el papel después de seco, donde se colocaban los musgos de nuestros montes, en especial de La Esperanza, otros colocaban los corchos que se compraban en las droguerías, la instalación eléctrica para la cueva y el castillo de Herodes, se formaban con espejos los ríos, y lo más importante el pesebre donde eran figuras principales San José, la Virgen y el Niño, junto a la vaca y el buey. Se dejaba sitio para los Reyes Magos que se colocaban el 6 de enero.

En lo alto el ángel con el “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Este es el mensaje para hoy, el de siempre y el de todos los tiempos.