SOCIEDAD

“En el planeta hay cinco grandes continentes de plástico flotante”

Alejandro de Vera Hernández, biólogo marino. / DA
Alejandro de Vera Hernández, biólogo marino. / DA

Biólogo, instructor de buceo y responsable del departamento de Biología Marina del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Alejandro de Vera Hernández (Santa Cruz de Tenerife, 1977) desarrolla su principal línea de investigación en el campo de la biodiversidad marina de la Macaronesia y ha publicado más de una veintena de trabajos relacionados con taxonomía y biodiversidad marina. Miembro del comité de redacción de la revista Vieraea, órgano científico del Museo de Ciencias Naturales y evaluador en el comité científico de la revista de la Academia Canaria de Ciencias, es uno de los responsables del novedoso programa de voluntariado medioambiental Enciende la Tierra, de Fundación CajaCanarias. De dicho programa y otras muchas cuestiones dialoga en esta entrevista.

-¿En qué consiste el programa de voluntariado Enciende la Tierra Fundación CajaCanarias?
“Se trata de una actividad en la que han colaborado diferentes clubes de buceo, adscritos a la Federación Canaria de Actividades Subacuáticas (Fedecas), con el impulso de la Fundación CajaCanarias a través de esta magnífica iniciativa, para lo que se ha contado con la aportación y coordinación de numerosos buceadores voluntarios, que se han encargado de recoger del fondo marino los residuos que encontraron en varias zonas de inmersión, acumulándolos luego en tierra y depositándolos finalmente en los contenedores que los ayuntamientos habilitaron para este fin. Además del beneficio ambiental directo que ocasionan este tipo de actuaciones, en esta ocasión el comité de buceo científico de Fedecas ha intentado dotar de un valor añadido a las limpiezas de fondos, mediante el análisis y divulgación de los resultados del proyecto; por tanto, se cumple también con una función social, convirtiéndose así en una herramienta ideal de educación ambiental y concienciación”.

-Los organismos marinos, ¿se ven beneficiados en algunos casos con la presencia de residuos?
“No cabe duda que los residuos que acaban en el mar pasan a formar parte del ecosistema. Los que tienen cierto tamaño y características pueden ser utilizados por los organismos marinos como lugar de refugio para protegerse de los depredadores, o a modo de soporte firme donde asentarse. Esta oportunidad que se les brinda al aumentar la estructura del fondo marino en superficie y complejidad se ve reflejada en un aumento de la biomasa y biodiversidad local. En cualquier caso, este fenómeno produce un desequilibrio artificial en el ecosistema, que además se vuelve frágil y efímero. Estas nuevas estructuras no son tan estables como el propio fondo, ya que, tarde o temprano, los residuos se degradan o son arrastrados por las corrientes. Por eso, la mayor diversidad de especies que aparece asociada a estos residuos no es más que una falsa ilusión poco duradera”.

-¿Cuánto tardan en degradarse los residuos que terminan en los océanos?
“No existe un tiempo de degradación determinado, ya que también influyen las características ambientales necesarias para su completa desaparición (temperatura, microorganismos, etc.), que en el medio marino nunca son las idóneas. Además, dependiendo del material del que están compuestos, no todos tardan en desaparecer el mismo tiempo. A modo orientativo, podríamos clasificar los residuos en aquellos que poseen una degradación rápida (de meses a pocos años): principalmente orgánicos, papel, cartón, madera, etc.; una degradación media (de 20 a 100 años): latas, tetrabriks, aerosoles, etc; o los de degradación lenta (más de 100 años, incluso miles): plásticos, resinas, neumáticos, baterías y pilas, etc. Hay un caso particular, el de los poliestirenos (corcho blanco), que no se degradan nunca pero se fragmentan, afectando incluso a los organismos de pequeño tamaño que sustentan el ecosistema”.

-¿Qué importancia tienen las limpiezas de fondo que se organizan periódicamente en los litorales canarios?

“Es cierto que son actuaciones muy localizadas y de poca extensión, si tenemos en cuenta los kilómetros de costa que tenemos en Canarias. A lo largo de la campaña Enciende la Tierra Fundación CajaCanarias se han realizado nueve limpiezas en las cuatro islas occidentales: seis en Tenerife, una en La Gomera, otra en La Palma y la última en El Hierro. Cubrimos un área bastante reducida si la comparamos con todos los puntos donde de manera consciente o inconsciente los ciudadanos vierten residuos. Pero, aunque pueda parecer que lo que se hace es poco relevante, siempre supone una importante ayuda. Recordemos que pequeñas acciones locales pueden tener repercusiones a nivel global, tanto negativas como positivas. Como ejemplo negativo, se sabe que el uso indiscriminado de plásticos desde hace décadas ha generado miles de toneladas de residuos que han ido a parar a los océanos, y en la actualidad tenemos en el planeta al menos cinco grandes continentes de plástico flotante que se ha ido acumulando en las zonas donde no fluyen las corrientes oceánicas. En el caso del Atlántico Norte, este continente de plástico abarca gran parte del mar de los Sargazos, región de gran importancia por su biomasa y biodiversidad, y por el papel que desempeña en el ciclo vital de muchas especies pelágicas. La presencia de plásticos en los océanos es un problema serio que se ha ido fraguando de forma lenta y progresiva. Por tanto, si de manera gradual hemos ido contaminando los océanos, de la misma forma podemos colaborar en su limpieza o, al menos, no incrementar el daño”.

-Esa contaminación gradual, ¿llega a niveles preocupantes en la actualidad?

“Numerosos estudios apuntan que así es. No se sabe muy bien qué ocurre con todos los tipos de contaminantes, pero al menos se ha comprobado con algunos como plásticos y metales pesados. En el caso de los plásticos, nos enfrentamos a una doble amenaza: no solo es el material el que provoca numerosos trastornos, al interaccionar de forma física con algunos animales marinos (son tristemente famosas las imágenes de tortugas, peces, cetáceos o aves marinas atragantados o enredados en cintas, anillas o redes abandonadas); sino que también gran parte de ellos, al degradarse, liberan algunos compuestos tóxicos como el bisfenol A o los poliestirenos, que se sabe que son disruptores endocrinos; es decir, alteran el sistema endocrino porque funcionan como hormonas, suplantando a las que se producen de forma natural en los animales y generándoles multitud de desordenes (infertilidad, agresividad, deterioro cognitivo, tumores, etc.)”.

-Esa amenaza invisible, ¿afecta solo a determinados organismos o a todo el ecosistema?
“Numerosos compuestos que se disuelven en el agua producen efectos en todos los organismos marinos, independientemente de si los han ingerido directamente o no. Esto ocurre porque entran en el ecosistema a través de su punto más débil: la base de la cadena alimenticia. Una vez que son asimilados por los pequeños organismos que habitan en los océanos, van pasando a través de la alimentación hasta llegar a los grandes depredadores del océano. En muchos casos se producen fenómenos de bioacumulación. Especialmente preocupante es el asunto del mercurio (metal pesado presente en algunas baterías y pilas). Si se ingiere y se asimila en su forma orgánica, los seres vivos no son capaces de deshacerse de él. Un gran depredador (por ejemplo, un atún) que se haya alimentado durante gran parte de su vida de peces con pequeñas concentraciones de mercurio acaba acumulando en su cuerpo cantidades peligrosas de este metal, y no olvidemos que ese atún también tiene un posible depredador que a su vez asimilará todo ese mercurio: el ser humano”.