Al hablar de locos con carné gobernando países del Nuevo Continente, acostumbramos a referirnos solo a los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), y la expresidenta argentina Cristina Kirchner. Sin embargo, en una Estados Unidos autoproclamada cuna de la libertad hubo casos similares, y existe la posibilidad de que acabe gobernada por un Donald Trump cuyo discurso ultraderechista, por aquello de que “los extremos se tocan”, puede equiparase al socialismo chavista en propuestas y lenguaje.

Como Maduro, Correa, Morales y Kirchner, denuncia parcialidad en los medios de comunicación; apoya civiles armados “para defenderse de enemigos internos y externos“; denuncia enemigos internos, incluido el presidente Barack Obama por su política interior y exterior; ve enemigos externos en gobiernos vecinos, e imitando el cierre fronterizo entre Colombia y Venezuela, propone una medida más dura: construir un muro de separación con México y deportaciones masivas de emigrantes; quiere resucitar la Guerra Fría; y su concepción egocéntrica y totalitaria del poder le ha llevado a decir: “Si disparo en plena Quinta Avenida, no perdería ni un voto“, lo que permite concluir que no vacilaría en iniciar enfrentamientos internos e internacionales. No es chavista. Trump es un ultraderechista con muchas posibilidades de presidir Estados Unidos, volviéndola mas peligrosa que con Bush y su Eje del Mal; o Nixon y Ford con su Plan Cóndor (que dejaron centenares de miles de victimas en Latinoamérica y el mundo). Trump, con un oscuro pasado empresarial, de tener las arcas estadounidenses en sus manos, podría poner patas arriba la economía mundial. Locos con carné gobernando no solo hay en lugares habitualmente mencionados. Los hubo, y puede haberlo en Estados Unidos con un Trump descontrolado, en un país demasiado poderoso. Salvo que ciudadanos y Partido Republicano le retiren el carné a tiempo.
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