La columna de Churchill

¡Oh mamá! El extraño caso de la bandera tricolor

Permitan ignorar por una vez la regla sagrada de esta columna para usar la primera persona para decir que a mí me gusta la bandera. La que llamamos tricolor aunque sean cuatro colores con el verde de sus imprescindibles siete estrellas. No creo que sea una extravagancia ni desde luego tal cariño está condicionado por opciones partidistas, pero sí políticas porque se identifica con la libertad y la democracia al estar prohibida en la dictadura. La tricolor cae bien en Canarias: es un símbolo apreciado y apenas discutido popularmente. Debería ser la bandera oficial de nuestra comunidad, como el pasodoble Islas Canarias tendría que ser el himno. Qué más dará el origen de ambos, si son los preferidos por la gente. Por eso sorprende que alguien retirase la tricolor del estadio donde suele jugar la U.D. Las Palmas. No hay política más necia que la que reabre una crisis cerrada, si es que alguna vez la tricolor fue motivo de polémica. Menos mal que se ha impuesto la cordura y el sentido común ha podido con el necio de turno…