CANDELARIA

¿Por qué Candelaria no huele a mar?

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La respuesta no es fácil y, además, no existe un único factor responsable, pero son muchos los que se preguntan por qué no huele a mar en Candelaria, a semejanza, por ejemplo, de lo que ocurre en Garachico, Punta del Hidalgo o El Médano, por citar tres ejemplos diferentes.

Nos apoyamos en el biólogo y concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Candelaria Agustín Espinosa Díaz para conocer las causas del deterioro marino en la costa candelariera, que para él no es, tristemente, una excepción en la Isla. “La primera cuestión que debemos de tener en cuenta es que este fenómeno no está localizado exclusivamente en nuestro municipio. En realidad, y lamentablemente, es una cuestión que está afectando a muchos otros lugares de nuestras islas”, afirma antes de entrar en detalles.

“En primer lugar -continúa- se ha demostrado que la temperatura superficial del agua marina ha subido casi un grado en la última década. Este fenómeno, relacionado con el calentamiento global del planeta, no es necesariamente perjudicial para los ecosistemas marinos, pero sí ha hecho que algunas especies, cuyo rango de distribución está muy condicionado por la temperatura, hayan desaparecido y otras, que se han visto favorecidas por este grado de más, empiecen a ser frecuentes en nuestras aguas. Este parece ser uno de los motivos de la práctica desaparición del musgo, un alga denominada científicamente cystoseira abies-marina, y cuyo límite sur en el Atlántico era precisamente, antes de la elevación de temperaturas, el archipiélago canario. Ahora, con este grado de más, su límite de distribución se ha desplazado hacia el norte y en Tenerife solo permanece en lo que se viene denominando zonas de resistencia al cambio climático como son, por ejemplo, Anaga o Montaña Roja en El Médano. Este parece ser también el motivo, entre otros, de la gran proliferación de erizos de púas largas que se ven favorecidos por la elevación de las temperaturas y forman los conocidos blanquizales, ecosistemas relativamente pobres y con baja biodiversidad”.

Los emisarios, diques y rompeolas son algunas de las causas de que Candelaria no huela a mar. / N. C.
Los emisarios, diques y rompeolas son algunas de las causas de que Candelaria no huela a mar. / N. C.

El hecho de ser unos simples peñascos en el inmenso océano también facilicita la escasez de nutrientes marinos. “En general las aguas de Canarias son oceánicas y, por lo tanto, oligotróficas. Esto significa que son muy pobres en nutrientes, por lo que nuestra productividad primaria y por lo tanto la capacidad de nuestros mares de producir vida es bastante limitada. Ahora bien, estos dos factores generales por sí solos no explican lo que pasa en Candelaria, ya que en otros lugares de Canarias el mar es muy potente y su olor es evidente”.

En la costa de Candelaria, además de los factores anteriormente citados, se dan dos más que son especialmente relevantes a nivel local y que han afectado gravemente a nuestros recursos marinos: los vertidos al mar y la destrucción del litoral.

Los emisarios
En este sentido, Agustín Espinosa es un conocido activista y recuerda que, según los datos del Gobierno de Canarias, en Candelaria existen 14 puntos de vertidos en el litoral. De esos 14 uno es el emisario de la central térmica de Las Caletillas, que vierte agua caliente a un ritmo de 40 millones de litros a la hora. Lo que supone casi 1.000 millones de litros al día de agua más caliente de lo normal todos los días del año. En cuanto a los emisarios, solo existen datos fiables de tres de ellos, el de Las Caletillas, el de Punta Larga y el de San Blas. Entre estos tres emisarios se vierten casi un millón de litros al día de aguas residuales urbanas sin depurar. Esta es el agua que proviene de los baños, cocinas y calles del pueblo. Del resto de los 10 puntos de vertidos desde tierra al mar, no hay datos. Caso aparte es el emisario del polígono Industrial, que vierte aguas industriales sin depurar y sin ningún tipo de control incluyendo, detergentes, lejías, pinturas, ácidos, etc.

Otro gran factor que pone coto al olor del mar es la destrucción del litoral. Candelaria tiene aproximadamente 9.500 metros de costa. De ella, casi el 53% está totalmente alterada por la construcción de diques, puertos y rompeolas. Otro 12% está formado por las playas, tanto naturales como artificiales, pero lamentablemente las playas son los ecosistemas más pobres que existen en Canarias y su productividad marina es casi nula. Y, por último, el 35% está formado por el litoral original, contando con los acantilados de Barranco Hondo y la costa de Samarines, ecosistemas aún mantenidos de forma natural pero ampliamente antropizados y afectados por la acción del ser humano. “Podemos mejorar el medio marino, pero ya nada volverá a ser como antes”, remarca el biólogo.

De la misma opinión es Víctor Díaz, patrón de la Cofradía de Pescadores, para quien “la desaparición del musgo, la presencia de erizos y los emisarios” impiden oler a mar en lo que fue pueblo de pescadores.