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El ejemplo catalán> Por Francisco Pomares

El mismo día que los periódicos publicaban el castigo de los electores catalanes a CiU, Paulino Rivero se descolgaba por las portadas con un bonito racimo de blogerías de consumo interno y banalidades separatistas, en su tradicional estilo del yo no digo nada pero ahí queda dicho. No se trata ahora de destacar la capacidad del señor Rivero para tirar la piedra y esconder la mano, bien conocida por el batallón de lisiados habituales. De lo que se trata es de llamar la atención sobre el fino olfato político de nuestro presidente, y su arrogante sentido de la oportunidad.

El órdago soberanista de CiU le ha costado a Convergencia y Unió no solo 12 diputados y quedar a un kilómetro de la mayoría que reclamaban para hacer país, como dicen por allí. También le ha supuesto perder más de cien mil votos, en unas elecciones en las que -además- se ha votado como nunca. Mas soltó un tigre, pensando que podría cabalgarlo, y el tigre le ha comido las patas. Y es que, puestos a votar independencia, los catalanes han preferido hacerlo a quien se la cree, la ha defendido siempre, y no la ha usado de manera oportunista como una bandera para tapar con ella los recortes. En materia de independencia, Esquerra Republicana es más, y Mas es menos.

Es verdad que el Honorable ha sido sometido a un navajeo bastante indecente por parte de las cloacas del Estado y sus desagues mediaticos, pero no creo yo que esa sea la razón del brutal retroceso de su partido. Algo parecido le hicieron a Pujol cuando lo de Banca Catalana, y el hombre -tuviera o no mucho que ver, que eso es difícil de saber- salió bastante reforzado. Aquí lo que ha ocurrido es que la gente esta cansada de que los políticos inventen discursos en los que se nos toma por tontos. Sus votantes le han pedido al señor que gobierna Cataluña menos patria y más gestión. Menos recortes y más servicios sociales.

Paulino Rivero debería tomar buen recorte de lo que ha pasado a Mas este domingo. Su partido no es mayoritario en Canarias, y no parece que la gestión de su Gobierno haga crecer precisamente a Coalición Canaria. Seguir coqueteando con la soberanía, seguir con la gallarda costumbre de tirar la piedra y esconderse, acabará por pasarle factura también a él. Vivimos tiempos muy difíciles. Y ya lo dijo Ignacio de Loyola: “en tiempos de desolación, nunca hacer mudanzas”.

Aunque -pase lo que pase- a Paulino siempre le quedará su blog.