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Pulsión> Por Alfonso González Jerez

Dicen los que entienden de boleros que, a la hora de cantarlos, hay que empezar susurrando y se debe terminar llorando. O haciendo llorar. Esa sorprendente (pero no tanto) propuesta de Coalición Canaria a la NC que lidera Román Rodríguez se parece bastante al inicio de un bolero como el del gran Diomedes Díaz: “Al fin lograste lo que tanto ansiabas/verme como tú querías a tu lado vida mía/ te diste cuenta con el pasar de los años/te diste cuenta que no podía ser tu amigo…”. Ya se sabe que en los boleros la culpa es siempre del otro. Hasta cuando has intentado acabar con él o ella y no has podido. Ah, canalla. Te eché de mi lado a patadas y sobreviviste y todo, malagente, traidor, farsante, noche amarga de mis días…¿No entiendes que intento decirte que te quiero?

Román Rodríguez también es presa de su relato. Ese relato épico y cenital según el cual, después de diez años, tras ocupar la dirección del Servicio Canario de Salud y la mismísima Presidencia del Gobierno, una tarde aciaga, al despertar de la siesta, descubrió que estaba rodeado de insularistas escandalosamente de derechas. Intuyo que debió llamar a Rogelio Frade para contárselo:

-Oye, Rogelio, que acabo de darme cuenta de que los de Tenerife son insularistas y de derechas…
-Aaaay, alma de cántaro, y por qué crees que tengo estas ojeras desde el principio…Creí que no te darías cuenta nunca…
-Pues soy el presidente del Gobierno… A ver qué hacemos ahora…
-Es una situación compleja… Vamos a cenar a la Casa de Galicia a ver si se nos ocurre algo…
-¿No estarás insinuando que dimita ahora?
-No, no, no. Mejor intentamos ganar la segunda candidatura presidencial, y como son de derechas e insularistas, no te dejarán, y aprovechamos y nos vamos…

Obsérvese que hace ya tiempo Román Rodríguez critica mucho más al Gobierno central que al Gobierno autonómico y mucho menos a Paulino Rivero que al Ejecutivo regional. Rodríguez está destinado a ser el objeto de deseo de una CC capidisminuida que necesitará más que nunca sus votos y escaños dentro de dos años y medio. El fantasma de un nueva Presidencia puede aparecérsele entonces y responderá a la misma pulsión: si yo no puedo ser el presidente que lo sea Román Rodríguez.