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El conocimiento y la memoria > Ricardo Melchior Navarro

Atendiendo a la invitación realizada por la Fundación Democracia y Gobierno Local, esta semana hemos tenido la ocasión de exponer en la capital de España, ante una audiencia numerosa y cualificada de representantes del ámbito político y empresarial, los ejes que han de marcar el desarrollo futuro de Tenerife. Para ello consideramos oportuno tomar como base la próxima conmemoración del centenario de la Ley de Cabildos, de 11 de julio de 1912, con el fin de resaltar el papel sobresaliente de las corporaciones insulares en el ordenamiento jurídico administrativo de Canarias.

Dicho modelo de desarrollo, según pusimos de manifiesto en el citado foro, ha de basarse en una economía del conocimiento, dinámica y competitiva, que nos haga capaces de crecer de manera sostenida y de mejorar los índices de empleo. La consecución de este objetivo estratégico pasa por materializar una serie de proyectos relacionados con la innovación, las infraestructuras de movilidad, la conectividad y las tecnologías de la comunicación.

El desarrollo adecuado de este territorio, como el de cualquier otro, exige con carácter imprescindible la existencia de infraestructuras básicas de carreteras, puertos o aeropuertos en la misma proporción. Por eso hemos recalcado la necesidad de que la Isla figure en el primer nivel de la Red Transeuropea de Transporte y que no se vea relegada a la red básica, en sintonía con el acuerdo plenario que aprobamos la semana pasada en el Cabildo. Para ello es indispensable que Tenerife y Canarias tengan fuerza en Madrid y en Bruselas, porque sólo así serán respetadas y entendidas nuestras singularidades.

Tenemos claro que el progreso y la prosperidad en este nuevo siglo surgirán de la creación, producción y distribución de productos y servicios competitivos, cualidades que requieren un alto grado de eficacia, calidad, innovación, tecnología y sostenibilidad. Del mismo modo, frente a los problemas complejos a los que se enfrenta nuestra sociedad, se necesitan personas capaces de ser flexibles, pensar estratégicamente y aplicarse con coraje intelectual. El camino para alcanzar tales objetivos, con el consiguiente bienestar de los ciudadanos, exige la adopción de medidas en busca de la competitividad de los sectores productivos, con una mejora de las infraestructuras y la creación de empleo cualificado; el avance en actividades con fuerte impacto en mejoras medioambientales y la reducción de nuestra dependencia energética. Junto a ellas, resulta ineludible la diversificación de la economía, a través del desarrollo de actividades que aprovechen las ventajas competitivas que derivan de nuestra localización, lo que incluye la relación con los países vecinos más cercanos. Y de ahí la importancia de la conectividad.

También nos referimos a actuaciones estratégicas que hemos diseñado con el fin de paliar los efectos de la crisis socioeconómica, especialmente en el empleo. Acciones que necesitan el apoyo coordinado de todas las administraciones y un alto grado de consenso. Son los casos de los parques científicos y tecnológicos, como principal instrumento para el impulso de la innovación; el desarrollo del NAP -ya en marcha en el ITER-, el anillo de fibra óptica y el cable submarino, las tres líneas de acción en las que se articula el proyecto ALiX, una de las mayores apuestas estratégicas del Cabildo, que hará de Tenerife el gran intercambiador de telecomunicaciones entre África, Europa y América.

Igualmente, expusimos otras iniciativas vitales en las que venimos trabajando, como la plataforma logística del Sur, que permitirá completar las infraestructuras portuarias y aeroportuarias de la Isla; los corredores de transporte guiado en el Norte y el Sur y la finalización de la red tranviaria del área Metropolitana; el incremento de la cobertura de la demanda energética con energías renovables; la construcción y equipamiento de las infraestructuras hidráulicas públicas y el cierre del anillo insular de carreteras. A tenor de las intervenciones surgidas en el coloquio posterior, quedó patente la admiración y el interés que suscitan en el exterior muchos estos proyectos estratégicos. De otra parte, esta misma semana también tuvimos la oportunidad de participar en la presentación del libro que recoge las memorias del añorado profesor Antonio González y González. El encargo de su presentación, además de suponer un honor, nos brindó la oportunidad de reiterar el cariño, respeto y admiración hacia la figura de una personalidad que, nacida en Tenerife, obtuvo en vida un reconocimiento universal, por su solvencia profesional y por una calidad humana fuera de lo común.
Presentada en el marco de la Universidad de La Laguna, institución a la que tanto quiso, sirvió y dio prestigio, esta nueva obra viene a ser el homenaje póstumo e imperecedero a quien protagonizó una trayectoria irrepetible. La voluntad y el tesón de su familia, de la mano de un grupo de compañeros, discípulos y amigos de don Antonio, han hecho posible la publicación de estas valiosísimas memorias, con la transcripción de más de 1.000 folios escritos de su puño y letra. Todo un caudal de sabiduría convertido ahora en fuente para la transferencia de conocimiento.

El profesor González fue un auténtico ejemplo de dedicación a la tarea investigadora y docente, desplegada sin abandonar sus raíces, lo que le llevó en su día a renunciar a una carrera fuera de las Islas que se presumía muy brillante. En su lugar, prefirió permanecer aquí y emprender un proyecto ingente como fue el Instituto de Productos Naturales, originario del actual Instituto de Bio-Orgánica que lleva su nombre.

Fallecido en 2002, don Antonio también nos dejó para el recuerdo su carácter sosegado, su amplitud de miras y una ejecutoria profesional que nos conduce a un concepto indiscutible sobre su figura: el de un sabio de trascendencia universal. Genios de su talla no deben desaparecer. De hecho, no lo hacen; porque siempre permanecerán ligados por su obra a los que aquí quedamos, como ocurre con este libro. Su vida fue un ejemplo y como tal debe ser estimada. Por eso no se desvanecerá nunca de la memoria isleña.

Ricardo Melchior Navarro Presidente del Cabildo de Tenerife