mirada sobre áfrica > Juan Carlos Acosta

0,7% > Juan Carlos Acosta

En otros tiempos, o coyunturas, el anuncio hecho por el ministro Montoro del duro recorte de fondos para la cooperación al desarrollo en un 65,4% hubiera sido suficiente motivo como para desatar ríos de tinta en los medios de comunicación de esta España postrada. Pero la situación de desmantelamiento generalizado y a toda prisa de los atrezos y decorados de la ya mítica cultura del bienestar, que pasó por nuestro país como una gran cabalgata de Reyes Magos, dejan este capítulo en una mera referencia más del abismo que se mueve bajo los pies de nuestro glorioso y efímero tránsito por la primera división de los estados más prometedores del planeta.

Si también tenemos en cuenta la reducción a más de la mitad del presupuesto para el Ministerio de Exteriores, el panorama o, como decimos en estas islas, el caminar de la perrita, habla a las claras de que la debacle presupuestaria española y el timón de piedra del partido en el gobierno nos lleva a un escenario puramente de sálvese quien pueda y a una máxima de emergencia exclusiva para la extinción de los incendios interiores en la que solo nos vamos a conceder, para respirar un poco, a lo sumo, la apertura de un ventanal hacia el resto de Europa y algún que otro ojo de buey hacia el reino de Marruecos, en lo que al conjunto del continente africano se refiere.

La trama hispana se complementa con la lectura del resto de la ayuda internacional registrada en el entorno de la OCDE hacia las naciones empobrecidas, de la que se deduce que cayó globalmente el año pasado un 2,7%, el primer retroceso desde 1997, mientras que en el seno de la Unión Europea llama la atención que únicamente Suecia, Dinamarca, Países Bajos y Luxemburgo logren mantener sus donaciones en el 0,7% de sus PIB. Eso sí, a nivel mundial, Estados Unidos continúa liderando las partidas económicas y es sintomático que entre los países que elevan su participación se encuentren Turquía, con un 38,2%, e Italia, con un 33%, algo que los expertos interpretan como el efecto defensivo al incremento de llegadas a sus territorios de refugiados procedentes del norte del continente vecino.

No obstante, este barrido muy general por el estado de ánimo de la cooperación internacional al desarrollo solo sirve para constatar esa pérdida de músculo en cuanto a las expectativas generadas al establecimiento de los Objetivos del Milenio enunciados por las Naciones Unidas en el año 2000, que retaba a la comunidad mundial, entre otros aspectos, a reducir el hambre un 50% para el año 2015, a la vuelta de la esquina. Y lo cierto es que, a pesar de la buena voluntad de muchos gobiernos y organizaciones humanitarias, no parece que esa cifra dada el pasado año por el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, de la existencia de mil millones de hambrientos en todo el orbe vaya a ser posible reducirla en ese plazo, y menos con la crisis internacional, a la que no se le ve ni por asomo una salida clara todavía.

Consciente de que es muy delicado pedir sacrificios a una sociedad tan castigada como la española y la canaria en estos momentos, si sería objetivo reconocer que nos quedan muchos escalones que bajar para llegar a situaciones tan desesperadas e infernales como las del Cuerno de África o el Sahel, aquí al lado mismo, desde donde además pueden llegar las barcas de pesca tras unas pocas horas de navegación, y que nos convendría al menos esa inversión del 0,7% del PIB para intentar paliar las calamidades que se producen tan cerca de nuestras costas.