Pedro mansilla viedma > Sociólogo y crítico de moda

“Conozco ministras más inseguras por su ropa que por sus papeles”

VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

"Uno de los vasos constructores del capitalismo es la moda que ha sustituido a la estrella de Mercedes”./ C.G.

Pedro Mansilla es un sociólogo atípico. Su objeto de estudio es la moda. Se preocupa por su estética y estudia todos los movimientos sociales relacionados con la moda. Da consejos del tipo: “si te vistes de un diseñador español, que sea uno del que te vistas habitualmente…” al teléfono en medio de la entrevista. Es divertido imaginar quién puede estar al otro lado: ¿una actriz?, ¿una presentadora?, ¿una ministra?… ¿la mismísima Letizia? Cualquiera es posible. La semana pasada visitó Tenerife para participar en el curso Tendencia de moda: complementos que complementan. 31, La Rue Cambon impartido por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

-¿Es la moda algo trivial y sin importancia… solo para snobs?

“No es nada trivial. La moda es justo todo lo contrario: es un sistema de producción de objetos y, más soberbiamente, de elaboración de una filosofía y un discurso muy sofisticado. De hecho, en los últimos libros de sociología de la moda se está advirtiendo que uno de los vasos constructores del capitalismo es la industria de la moda. Es un símbolos de estatus: lo que nos hace madrugar y ser mejores. Antes, estos símbolos se identificaban con la estrella de Mercedes y, ahora, con un bolso de Loewe o una chaqueta de Prada”.

-Además… hablamos de una compleja industria…

“Solo en cuanto a sistema de distribución, es una empresa sofisticadísima. Tenemos el ejemplo de Zara que cotiza en bolsa, su beneficio es transparente y se mide de tú a tu con la banca. Lo que ocurre es que hay elementos que lo etiquetan de banalidad como la identificación del consumismo. Vargas Llosa ha dicho recientemente, ofendido, que vamos camino de que la Cultura sea arrinconada por la banalidad de los desfiles de moda. Es evidente que él, cuanto más banal se hace, más de moda está. El Vargas Llosa que tenía dificultad para publicar La ciudad y los perros era más interesante que el que escribe ahora por encargo”.

-Pero la manera vestir dice mucho de nosotros…

“Es evidente. Hay personas que no les pone en absoluto nerviosas la documentación que van a presentar un día importante sino el qué se pone. Algo así… puede desequilibrar cualquier discurso”.

-Y… al día siguiente se hablará más de eso que del contenido de la presentación…

“He visto ministras más inseguras por su ropa que por la documentación”.

-¿Qué hace un sociólogo hablando en revistas de moda y acudiendo a pasarelas? Sus colegas lo tienen que poner tibio…

“Bueno, se les ha pasado el susto. Yo me dedico a esto desde los 80 y a finales de los 70, en España una editorial muy prestigiosa -Gustavo Gili- publicó El sistema de la moda, aquel libro fue un lugar común de mucha gente. De hecho, a principio de los 80 inspiró el trabajo de Francis Montesinos, Adolfo Domínguez y Antonio Miró quienes resucitaron la moda en España”.

-¿La resucitaron?

“Sí, porque oficialmente se había muerto con Franco. Con el final del franquismo sociológico, llegó también el fin de la alta costura pues las élites dejaron de acudir a ella y el sistema español de moda de ese momento entró en quiebra”.

-Al principio, los progres no vestían muy bien aunque tenían su estilo…

“Bueno, imitando los movimientos de vanguardia de los 60, jugaban a llevar la contra al star system”.

-Al menos, pusieron de moda la chaqueta de pana.

“Todo eso también se criticó muy injustamente, pues no era la la primera vez que se ponía de moda la pana en España”.

-Posteriormente, todo cambió y fue precisamente el Gobierno socialista quien impulsó la industria de la moda en España. ¿Fue ese apoyo el que logró el despegue de los diseñadores nacionales?

“El tema es muy complicado, porque cuando la UCD pierde inesperadamente las elecciones; el ministro de industria, Félix Bayón, tenía sobre la mesa un proyecto para la reforma de la industria de la moda española. Hay que recordar que cuando Franco muere, había una red de clientela que justificaba 309 casas de alta costura, fruto del franquismo sociológico y del desarrollo del Opus Dei. Teníamos una importancia mundial como productor no de moda pero sí de productos textiles y de confección. Luego, por la influencia de la cultura americana y del fenómeno de El Corte Inglés, la modista se estaba sustituyendo por la producción. Fueron los socialistas quienes continuaron el proyecto de la UCD”.

-¿Cómo lograron ese cambio de tendencia?

“El PSOE recoge ese proyecto y, a pesar de la diferencia ideológica, lo suscribe totalmente para que España no desapareciera del mapa mundial de la moda. Había que hacer una reconversión industrial y acabar con el arancel proteccionista que estaba instalado y hacía que saliera más barato comprar un Christian Dior en París que en Madrid. Nos jugábamos ser la quinta potencia mundial y teníamos en ese momento 300.000 empleos relacionados con el mundo del textil, diseminados en toda España. Entonces, el Ministerio de Industria saca una ley para que el Estado se involucrara en esto y se fomentó la cultura de la la diferenciación, la originalidad y el diseño”.

-Ahora, mirándolo con perspectiva, ¿dio buenos resultados?

“Hubo un boom del diseño que permitió la aparición de cabeceras de moda y los primeros desfiles muy apoyados por el Estado: en Madrid, Cataluña y Valencia. De ahí surgieron escuelas de diseño y España volvió a ser una de las cinco potencias más importantes en este sentido con unos 30 diseñadores que estaba haciendo bien las cosas. Luego, se produjo la liberalización y nos dimos cuenta de que había que buscar lugares que fabricaran a precios más competitivos. Sin embargo, en la época de Solchaga, los intereses bancarios subieron mucho y eso se llevó la mitad de la tajada del mercado español donde se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo”.

-¿Cómo está la situación ahora?

“Se ha pasado a la época de Adolfo Domínguez y apareció Zara, que supo hacer un producto de marca y una red comercial propia. El problema es que muchos de los 20 diseñadores esenciales no tienen una red comercial equivalente. Como ejemplo dramático está Miguel Palacio, que presentó la mejor colección de la temporada y no tiene red de venta. El gran problema fue que había cien nombres de diseño que no fueron capaces de convertirse en marcas”.

-¿Qué falta para eso?

“En España sí hay industria, pero no empresarios de moda como existe en Italia. Amancio Ortega fue un milagro de la naturaleza, un hombre con una gran lucidez y muy bien asesorado. Se dio cuenta de que el fenómeno nuevo estaba en la democratización de la moda: si conseguía llevar la moda a la calle iba a ser una bola de nieve. Se dieron cuenta que con tiendas propias ahorraban distribución y evitaron los anuncios que en el mundo de la moda se llevan un 30% de los costes. Supieron que había que hacer escaparates y poner un producto de moda con un cero menos. Cuando salieron, la gente enloqueció”.

-Zara logró la democratización de la moda en España.

“Sí, ahora el gran drama es que muchas mujeres, por talla, no se pueden vestir en Zara y, si lo pudieran hacer, les arreglaría la cuenta del mes. Ahora, estamos en el momento del gran boom el de los complementos: puedes llevar un básico de Zara y un bolso de Gucci y todo tú eres Gucci. Lo sabe la psicología más primaria”.