CECILIA BARREIRO | Santa Cruz de Tenerife

A pocos metros de la Rambla Pulido, donde se concentra la mayor parte de tráfico de Santa Cruz, se halla el viario del barranco de Santos. Se inauguró el 28 de junio de 2010 y ha sido considerada “una de las mejores obras de Santa Cruz”.

Este rincón se mantuvo en obras durante una década y, tras su apertura, ha resultado ser una vía de un atractivo visual y funcional tanto para el tráfico como para los peatones. Pero, esta carretera y sus alrededores, que le ha costado a las arcas públicas cerca de 90 millones de euros, presenta hoy un aspecto que deja mucho que desear.

Los suelos están sucios, algunas escaleras mecánicas no funcionan, las zonas verdes están llenas de excrementos, hay colillas en el suelo, paredes con pintadas, papeleras arrancadas y, también, en las oficinas aún sin uso, se encuentra la instalación eléctrica y de emergencia destrozadas. Incluso, se han encontrado los leds o las luces de colores de las vallas estropeadas.

Según el concejal de Servicios Públicos, Dámaso Arteaga, “el mantenimiento es continuo. Cuando hay alguna incidencia se responde a ella. A veces, es un asunto menor y tiene una respuesta inmediata y otras veces el daño es mayor y requiere un tratamiento distinto”. Además, en esta situación “influyen varias cosas: primero, tener un correcto mantenimiento a través de las empresas que tenemos contratadas y, por otro lado, que exista un comportamiento ciudadano lo más ejemplar y colaborador posible”.