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Una reunión para acordar la de otros> Manuel Iglesias

Es curiosa la consideración de resultados que se hace sobre el encuentro sostenido esta semana por los presidentes del Gobierno del Estado, Mariano Rajoy, y del canario, Paulino Rivero, porque más allá de los elogios por la satisfacción de haberse conocido, se ve muy poco. Se han tratado con la cordialidad que cabe esperar de unas personas educadas, pero no parece que se haya ido más allá.

Sorprende el alborozo oficial en las Islas porque se va a constituir una comisión para estudiar conjuntamente los asuntos Estado-Canarias, porque aún poniendo a un lado esa cínica consideración de que cuando quieres que una cuestión se empantane hay que crear una comisión, no aparenta que con la misma se vaya a mejorar la situación que tenemos hasta ahora, en cuanto a la actual política del Estado hacia las Islas. Y el PP regional sigue tan agrio como siempre, como se ha visto enseguida.

Es obvio que cuando se reúna la comisión (“antes del verano”, porque ni siquiera tiene fecha), algo deberá salir de la misma que poder presentar a la opinión pública, pero se suponen las tensiones porque José Manuel Soria estará en la misma y a la vista está la divergencia pública que mantiene con la política que se hace en Canarias. Seguramente a nadie le interesa una imagen de fracaso total e incluso cabe que las minucias se inflen como globos, pero la realidad está siendo muy tozuda y casi nunca las posiciones de Madrid se modifican y, así, esperar grandes cambios puede ser irreal.

Casi cada día tenemos manifestaciones de todo tipo y de todos los sectores, habitualmente con participantes intercambiables porque cuando no son los sindicalistas que protestan en la educación los que van detrás de los que se manifiestan por la sanidad, son los de la sanidad que se suman a los de la educación, y muchos de ellos a los reclamos de los funcionarios, etcétera. Pero más allá de la repercusión mediática (lo de media docena de personas que encienden una fogata nocturna ante la subdelegación del Gobierno ya roza la desesperación porque los saquen en la tele) los resultados prácticos son escasos. Aunque logren referencias en los diarios, el Gobierno hace oídos sordos a todos. Desde enero, por poner una fecha, ni una sola manifestación, reivindicación, queja o protesta, ha modificado un ápice la línea trazada y anunciada por él.

Si eso es bueno o malo, tendrá que decidirlo cada cual, pero ahí están los hechos para la reflexión sobre el esfuerzo inútil, salvo que la oposición consista en dar la imagen de que la calle está ardiendo a base de que los mismos corran todos los días de un sitio a otro.

El balance es que Rajoy y Rivero tuvieron un encuentro cortés, de personas revestidas de institucionalidad, pero no hay mucho más. Y si lo hay, que alguien lo diga de forma concreta, porque lo que se anuncia, como conclusión, es que se reunieron para acordar que ahora se reúnan otros…y así sucesivamente.