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Dilema > Juan Carlos Acosta

Esta semana nos hemos enterado de que el Ministerio de Asuntos de Exteriores ofrece Canarias como base para las multinacionales que operan con el continente vecino, una alternativa cada vez más recurrente debido a los hallazgos de grandes fuentes de riquezas en nuestro entorno. La información ha saltado a los medios de comunicación tras hacerse pública la decisión de una de las mayores empresas mundiales mineras, la suiza Xstrata, de utilizar el Puerto de La Luz como punto de apoyo de sus operaciones sobre todo en la cercana Mauritania, una nación que está generando, tras su fracaso en cuanto a las prospecciones petrolíferas off shore en Chinguitty, expectativas nada desdeñables por sus yacimientos de hierro, cobre, oro, yeso y un muy prometedor indicio de vetas del siempre cotizado uranio.

De pronto, como suele suceder en el universo de las concatenaciones seriales, nada casuales, por cierto, surgen diversos vectores que apuntan a que este país, hasta hace poco tribal, pobre y desértico, está en el foco de importantes buscadores y explotadores de recursos que viven de ofrecer a las potencias económicas las materias primas necesarias para sus industrias. Mientras tanto, Iberia ha anunciado que habilitará a mediados del próximo mes de julio una línea aérea con dos frecuencias semanales desde Madrid, a través de Las Palmas, con Nouakchott, una iniciativa que habla a las claras de la rentabilidad estimada que podrían generar estos vuelos, a pesar de la baja conectividad que todavía sufre el occidente africano; aunque también conocimos estos días la incidencia de otra compañía canadiense llamada Kinross que estudia ubicar oficinas, personal y sus respectivas familias en Gran Canaria para atender sus intereses en esta parte del continente, y cuyos directivos se trasladan constantemente desde la isla a los yacimientos mauritanos en aviones privados, una práctica cada día más extendida, a imagen y semejanza de los industriales y técnicos de EE.UU. que residen desde hace años en Mallorca para supervisar sus trabajos petroleros en Argelia.

Nuestro Archipiélago ofrece a estas grandes firmas nivel de vida europeo, seguridad, sanidad, educación y muchos otros servicios similares a los de sus lugares de origen, por lo que es de esperar que en los próximos años recalen más operarios y emprendedores interesados en establecer vínculos comerciales con el puñado de países cercanos que reúnen a más de 300 millones de habitantes con un creciente poder adquisitivo, debido a un constante crecimiento en torno al 5% de sus PIB; una alternativa muy consistente e insólita en todo el territorio español que podría contribuir a paliar la crisis económica en esta comunidad, al mismo tiempo que orientar la participación de las nuevas generaciones canarias en campos productivos emergentes como complemento a las proyecciones cada vez más inciertas del turismo tradicional. Soy consciente, en última instancia, que la vertiente empresarial o la explotación de recursos naturales siempre suscita recelos en una población sensible a los problemas de nuestros vecinos africanos, generalmente empobrecidos y sin horizontes de cambios inminentes, algo a lo que me sumo, con el pintor Paul Klee, con una lágrima sonriente, pero tendremos que elegir pronto entre la masiva emigración de nuestros jóvenes o el pragmatismo de aprovechar nuestras especificidades como región, entre las que se encuentra nuestra especialísima situación geográfica. Ese es el dilema.