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Un casco para Rajoy > Francisco Pomares

Me habría gustado ver a Rajoy con el casco de minero en la cabeza. Habría sido una imagen muy adecuada para estos tiempos que corren: pero siempre hay algún aguafiestas que la pifia… Como saben, Rajoy protagonizó, probablemente muy a su pesar, un penoso incidente en el Senado, cuando sus escoltas y el jefe de su gabinete intervinieron con cierta violencia para impedir que un senador socialista de León le entregara un casco, que el hombre se había comprometido a entregárselo de parte de sus electores mineros. Los políticos suelen intercambiarse regalos de todo tipo en los encuentros oficiales, y un casco siempre puede ser útil por si la prima de riesgo o el rescate que ya no se va a llamar así.

La cosa es que la policía intervino dentro del Senado para impedir que un senador -al que probablemente no reconocieron como tal- se acercara a Rajoy. El senador fue zarandeado en la propia sala por los escoltas, que lo debieron confundir con un terrorista islámico (el senador es joven y barbudo) o con un hooligan gibraltareño.

Y mientras Rajoy seguía a lo suyo, mirando sus papeles, como si no fuera con él. La cosa es que el Senado lo único que ha dicho es que aquí no pasa nada, porque la sesión no había empezado todavía. O sea, que de acuerdo con la nueva doctrina de interpretación del reglamento y la Constitución, los padres de la patria pueden ser maltratados por la policía incluso dentro del salón de sesiones, pero sólo hasta que suene el timbre. Luego menos. En eso se equivocó Tejero el 23-F, que dio su golpe en medio de una votación y no entre timbres.

La verdad es que el Senado sirve para bien poco. Tanto que ni Rajoy ni los policías de su escolta saben quiénes son los senadores o qué derechos tienen. Por no saber, no saben ni distinguir a un senador dentro del Senado, y eso que todos se visten parecido…

En fin, no se trata de hacer un drama con el asunto, pero se están perdiendo en la vida pública la educación y las formas: alguien debería pedir disculpas formales al senador zarandeado.

A fin de cuentas, el hombre sólo quería tener el detalle de regalarle un casco a Rajoy. Y creo yo que un casco es algo que Rajoy necesita cada vez más. Y todos nosotros también, me temo.