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Marino Sicilia> Luis Ortega

Acaso porque extraño su larga figura -con sotana interminable en mis mocedades- y de paisano, pero siempre con clergyman -en uno de los espacios urbanos más gratos de Canarias, dejé pasar entre su muerte y consiguiente obituario y este sincero recuerdo, que llega en plenas fiestas de La Patrona -la bellísima imagen que llegó de Flandes- toda una estación, una primavera larga y rara, con tantos saltos climáticos como zozobras económicas. En ese paréntesis, conté varias estancias en Los Llanos y el inevitable descanso en uno de los espacios urbanos más gratos de Canarias y eché en falta la compañía del buen amigo -que es aquel con quien coincides y discrepas- ante el buen café del quiosco. Marino Sicilia González (1928-2012) nació en Mazo y se ordenó de sacerdote en marzo de 1950; fue párroco de San Antonio, en Fuencaliente, y San Nicolás, en Las Mancha. Durante cuarenta largos años, llevó con dignidad y tino el hermoso templo de Los Remedios, referente de la comarca de Aridane. A sus ocupaciones pastorales unió una loable defensa patrimonial y una voluntad artística que supo encontrar factores que la materializaron en el diseño del retablo mayor, los nuevos altares que ocupan los pies del inmueble y la cuidada decoración de la cubierta mudéjar de la capilla mayor. El recordado Alberto-José Fernández dejó su impronta en muchos de los trabajos que resaltaron la indudable categoría de la fábrica. También a su celo se debe la creación de cuatro nuevas parroquias -San Pedro y Santos Mártires, en Argual; San Isidro, en La Laguna y San Pío X, en Todoque- y la exquisita rehabilitación del Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, a la vera del barranco de su nombre, donde se venera una Piedad flamenca del siglo XVI y dos tallas de igual procedencia de la centuria siguiente, además de las reliquias de los Mártires de Tazacorte. Hijo Predilecto de su pueblo y adoptivo de Fuencaliente y Los Llanos, esta columna que pretendía recordar al amigo cordial y geniudo -porque todo es compatible- deviene en un memorial de elogios avalados por sus obras y por decisiones soberanas de distintas corporaciones. En nuestra larga relación de amistad y respeto, para bien y para mal, siempre lo encontré de frente y la única discrepancia -pecado venial para ambos- fue estética.

En estos días grandes para los llanenses lo evoco y lo siento con otros queridos ausentes mirando cuanto ocurre aquí abajo.