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No, señor Rajoy: así no> Ricardo Melchior

Son la mente y el corazón puestos en el suceso vivido en el sur de la Isla, rescato estas líneas surgidas la pasada semana, cuando se empezó a hablar de las movilizaciones ciudadanas previstas para hoy, contra el último paquete de recortes del Gobierno de Mariano Rajoy. Se trata de una respuesta natural, que encaja con el progresivo malestar de la población, cada vez más perpleja ante la errante toma de decisiones de los populares. Diría más: frente al continuo incumplimiento de sus compromisos, lo que trae a nuestra memoria algo que nos confesó en su día un viejo diputado, con una profunda carga de ironía: “No hagas cuando estás gobernando lo que proclamabas cuando estabas en la oposición”.

Llevamos tiempo insistiendo en que todas las medidas contra la crisis no pueden centrarse, de forma exclusiva, en la austeridad, el ajuste presupuestario y la reducción del gasto. Como era de temer, los problemas de las empresas y de los trabajadores, de la ciudadanía en su conjunto, se agravan día a día. Lejos de vislumbrarse alguna salida, con estas políticas, junto a la progresiva subida de impuestos, lo único que se consigue es anular cualquier posibilidad de crecimiento, agudizar la deflación e incrementar el paro y el valor real de las deudas.

Obedece todo esto a una circunstancia cada vez más patente: la ausencia de una agenda clara con la que afrontar la coyuntura más adversa a la que nos hemos enfrentado en toda la democracia. No se puede gobernar a base de improvisar continuamente, de adoptar decisiones en función de lo que sugieran terceros y, lo que es peor aún, decretar desde Moncloa todo aquello que se negó hasta la extenuación antes de las elecciones. Sirva como muestra el siguiente decálogo, construido sobre la base de manifestaciones del presidente Rajoy:

1. No rebajaré el sueldo a los funcionarios. Las medidas del último Consejo de Ministros lo dicen todo. Hizo lo más fácil sin recapacitar en sus consecuencias y en la desmotivación del trabajador público, sin que nadie entienda todavía por qué ha de pagar los platos rotos. Quien toma decisiones de este tipo, no ha vivido nunca de lo que es un salario.

2. No abarataré el despido. La reforma laboral está ahí y bastaría con preguntarle a cualquiera de los trabajadores que han perdido su empleo en los últimos meses, en que condiciones se produjo dicho desenlace. La realidad es que la rescisión de contrato con 20 días de indemnización se ha generalizado en nuestro país.

3. No subiré los impuestos. “Con las dificultades que están teniendo las empresas y los españoles, no me parece lo más razonable”, dijo en el Congreso, hace poco más de seis meses. Cabría preguntarle ahora por qué no se aplica sobre grandes fortunas o los coches de alta gama, en lugar de hacerlo sobre productos básicos. Como se ha dicho, Rajoy se muestra fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

4. No tocaremos las prestaciones por desempleo. Pero resulta que el Gobierno del PP acaba de reducir la cuantía de las prestaciones, a partir del sexto mes, para los nuevos perceptores. El pretexto: “animar la búsqueda activa de trabajo”, como si el desempleado estuviera gozando en la situación a la que se ha visto abocado con el frenazo de la economía y la inexistencia de medidas para reactivarla.

5. No aplicaré el copago sanitario. En apenas un mes, pasó de negar esta medida, con esa fórmula tan suya del “yo no soy partidario”, a obligar a que los pensionistas paguen en las farmacias por los medicamentos que necesitan para sus tratamientos, por primera vez en la historia del Sistema Nacional de Salud.

6. No recortaré en sanidad y educación. Serían capítulos a salvo de la tijera, porque dijo que no quería rebajar los derechos de los ciudadanos. Pero lo cierto es que el recorte de 10.000 millones anunciado en abril se añadía al que ya había practicado en los Presupuestos del Estado, con una reducción del 21,2% para educación y un 13,7% para sanidad.

7. No me saltaré la Ley estrella de mi campaña. Lo dijo una y otra vez, durante la campaña, en referencia a la Ley de Emprendedores, que se comprometió a poner en marcha en sus tres primeros meses de gobierno. Pero pymes y autónomos siguen a la espera, entre otra razones por su expectativa acerca de la modificación del régimen del IVA, para no tener que abonarlo hasta cobrar las facturas.

8. No aplicaré lo que mi partido criticó. Los defraudadores pagan un 10% por blanquear su dinero y la amnistía fiscal, aquello que el señor Rajoy calificó en su día como “ocurrencia” de su antecesor, tiene hoy forma de ley. Y eso que su partido no lo iba a apoyar, lo mismo que el incremento del impuesto de sociedades.

9. No me esconderé. Al conceder su primera entrevista como presidente, en enero pasado, además de anunciar que no preveía subir el IVA, como tampoco crear un “banco malo”, afirmó que daría la cara y no se escondería. Al contrario, se muestra esquivo, comparece lo justo -deja a su vicepresidenta las malas noticias, que son las más- y huye de las preguntas de la prensa.

10. No dejaré que me digan lo que debo hacer. España ya no depende de sí misma sino que ha quedado al vaivén de las determinaciones de terceros. Con la soberanía nacional absolutamente cuestionada, las decisiones de este Gobierno surgen -cada día más- de las tareas que le vienen encomendadas desde fuera.

Pero no, señor Rajoy: así no saldremos de esta crisis. Así es imposible. Sus ajustes perjudican a todos y no benefician a nadie. Escuche lo que se dice en la calle. Las políticas de austeridad hay que combinarlas con medidas que aseguren la liquidez del sistema y la capacidad de circulación del crédito.

Solo así será posible el crecimiento, a base de estimular el consumo y la inversión, generar puestos de trabajo y renta familiar y ser más justos con las personas que más apoyo necesitan. De lo contrario, lo único que conseguirá es incrementar la angustia y el sufrimiento de la población.

*Presidente del Cabildo de Tenerife