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Testamento (periodístico) > Luis Padilla

Llegado agosto, sirva esta despedida (provisional) para exponer una reflexión sobre temas de mayor o menor actualidad. Parafraseando a Groucho Marx podría decir que “estos son mis principios”. Eso sí, si no le gustan no tengo otros.

El Tenerife.
Es mi equipo. La culpa no es mía, sino de Domingo y Alberto, que cada dos domingos me llevaban en una irrompible furgoneta Volkswagen desde Bajamar hasta el Heliodoro para ver a los Molina, Cabrera, Pepito y compañía. La voz de César Fernández Trujillo y sus transmisiones hicieron el resto. Nunca pensé que pudiera jugar en Primera División, pero le vi ascender en el Benito Villamarín y, cuando acabé Periodismo y encontré trabajo (hubo un tiempo en que ocurría eso), me encomendaron su información. Durante una década me dio alegrías que jamás imaginé. Supongo que por eso ahora le perdono (casi) todo, incluyendo los despropósitos de sus jugadores y sus dirigentes. Sé que eso no es de buen aficionado ni de buen periodista… pero es la realidad.

El Barça.
Es mi (otro) equipo. La culpa tampoco es mía, sino de Juanito y Barrios, dos tinerfeños que jugaban en el Barça cuando yo era niño. Como era imposible que el Tenerife pudiera jugar alguna vez en Primera División, había que buscarse otro equipo y el Barça, aunque sumaba pocos títulos, me pareció la mejor opción. Cuarenta años después me siento orgulloso de sus jugadores, de sus técnicos y de lo que significa el Barça. Gane mucho o no gane nada. Si de niño hubiera elegido otro equipo, supongo que ahora me taparía la nariz… pero no renunciaría a esos afectos. Soy de la vieja escuela, de los que entiende que es más fácil cambiar de religión o de sexo que de equipo de fútbol. Incluso veo más fácil cambiar de grupo sanguíneo que de equipo de fútbol.

Fútbol y periodismo.
Del fútbol, sobre todo si juega el Barça (o la selección española, que viene a ser lo mismo), me gustan cada vez más los partidos y cada vez menos lo que ocurre entre un partido y el siguiente. Lamentablemente, cada vez se habla y escribe menos de fútbol (de los partidos, me refiero) y cada vez más de lo que no es fútbol. Enlazamos así con el periodismo deportivo. Una aclaración: me gusta. Devoro artículos, reportajes, programas de televisión (¡viva Informe Robinson y los documentales olímpicos!) y transmisiones. Y sigo con devoción a varios periodistas. Del universal Santiago Segurola al más local Ventura González. Otra aclaración: los que gritan en una tertulia con la bufanda puesta y siembran odio no son periodistas. Son un peligro.

Abanderado.
Una marca de calzoncillos. Como aficionado/espectador me duele que Rafa Nadal no esté en Londres 2012 porque lo considero un tenista superlativo que transmite unos valores imprescindibles. Que algunos políticos intenten vender que lo peor de su lesión no es que se pierda los Juegos (que son cada cuatro años), sino que no lleve un trozo de tela pegado a un palo me parece propio de lo que son: unos paletos. Fachas y paletos.