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Las lecciones de Taucho > Pedro Fernández Arcila

He perdido la cuenta las veces que los concejales de Sí se puede hemos reclamado la creación de la Casa de la Juventud de Santa Cruz o el incremento del número de acciones en materia de juventud pero tengo la sensación, por el calibre de las respuestas, que estas reivindicaciones nos acompañarán durante un tiempo.

Los responsables gubernativos del municipio corresponden nuestras peticiones con explicaciones del tipo “estamos estudiando las bases para aquilatar la líneas estratégicas que nos permitan definir el marco para desarrollar un documento que afiance los ejes de un futuro plan especial”. Mientras ellos transitan por esas tangentes me invade un cierto desánimo al comprobar la frialdad de ciertos responsables político en gorjear, con un cuidado aura de seriedad, esas boutades, sabiendo a ciencia cierta que, después de más de un año de mandato, no han hecho nada para intentar mejorar en una de las asignaturas por las que Santa Cruz tiene un sonoro suspenso desde hace más de treinta años. Para cualquier ciudadano debe resultar desconcertante cómo el Ayuntamiento de la capital de la isla no tiene capacidad para impulsar cosas tan básicas como destinar alguno de sus inmuebles a un equipamiento juvenil, pero este desconcierto puede transformarse en aturdimiento si conociera que el Ayuntamiento compró para ese fin la Casa Siliuto y lleva más de diez años cerrada a cal y canto. Esta atonía viene de antiguo porque ya hace unos años nuestro municipio desaprovechó el programa que lanzó el Cabildo para la creación de una red de casas de la juventud y de la que Santa Cruz se beneficiaba, sobre el papel, del privilegio de contar con una casa municipal y otra insular. Gracias a esta interesante iniciativa se logró financiación suficiente para construir o rehabilitar inmuebles y casi todos los municipios de la isla se acogieron a esta propuesta insular. Tan sólo tres carecen de este equipamiento por dejadez de los regidores municipales, entre ellos se encuentra Santa Cruz.

Contrasto este escaso ánimo con el trabajo entusiasta que están llevando a cabo los jóvenes de Taucho, en la Calle Serrano del Barrio Duggi. Sin apoyo de ningún tipo han logrado dar una lección a los regidores municipales al generar una actividad cultural permanente para la gente joven de Santa Cruz que abarca desde conferencias, exposiciones, conciertos, bibliotecas, teatro, proyecciones de cine, etc. Y, sobre todo, han mantenido un espacio gestionado exclusivamente por ellos que invita al encuentro y al debate para formarse, organizarse y luchar.

Este entusiasmo parece que contagió a la Concejal del Distrito Centro que, en el Tagoror celebrado la semana pasada, apoyó una propuesta de Alberto Bolaños, representante de Sí se puede, en defensa de la continuidad de este proyecto frente a un injusto desalojo que pretende acabar con el trabajo de estos jóvenes. Esta puede ser otra lección de Taucho: enseñarle a los gobernantes que deben abandonar el discurso ampuloso y comprometerse de manera efectiva con realidades como las que se palpa en la calle Serrano.

*Concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz