a toda máquina > Román Delgado

Los libros no se marcan > Román Delgado

Los libros nunca se marcan. Esta frase hoy ha explotado en mi mente a cuenta de algo que he hecho, o que vengo haciendo desde hace ya algún tiempo. Mal, muy mal. Yo sí marco los libros. Esta hazaña no le gusta nada a Almudena, pero yo, cuando ella se da la vuelta, me la salto con pose de niño chico y ruin, de los que se llenan de tierra cuando sólo se ha caminado por el piche.

Así que lo de tener marcados muchos libros, sobre todo novelas, tiene para mí una efectiva utilidad: la de tener a mano muchos recursos de escritura cuando la sequía llega y de inmediato para las neuronas, que ya se sabe que sin agua estas malditas no trabajan. Hoy, mientras paseaba por mi parque preferido, que no digo cuál es porque ya todos lo saben, creí que, pese a lo llovido el jueves, me quedaba sin pilas, seco; exactamente igual que lo que Arun me dijo ayer, con voz amarga, que le había pasado (es el pibe que está al lado, junto a Juan Carlos). Estaba seco, y así seguí hasta que, por casualidad, escuché una notas de rumba que salían corriendo por la ventanilla abierta de un coche hortera. Eran Los Manolos, sin duda, pero no los de Sevilla, sino los del PSOE tinerfeño. Los mismos que van de estrategas y que no entienden cómo a veces los periódicos llegan a saber los secretos de cenas opulentas, o dietéticas… Quizá tampoco recuerden que las conspiraciones algunos las suben al muro de Facebook y ahí todos se emborrachan.

Estaba seco hasta que escuché a Los Manolos…; estaba seco hasta que cogí un libro marcado con mis dedos, hasta que pillé Nieve, de Orhan Pamuk, y me lo traje en bici por si algún día regresa la sequía. Entonces ya tendré con qué darle, con 653 exquisitas páginas.

@gromandelgadog