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Pasión por saber

INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife

El lunes comienzan las clases en la mayoría de los colegios de Canarias. ¿Qué han hecho los niños en verano? Seguro que la mayor parte del tiempo la han dedicado al ocio, pero, también, a repasar los contenidos aprendidos el curso pasado, ya que los profesores siempre recomiendan reforzar durante las vacaciones algunos conocimientos.

Esto es, por un lado, para no perder lo que se llama el hábito de estudio, y por otro, para que la rutina no se rompa del todo en estos dos largos meses estivales.

Ya al comienzo del curso, los niños volverán a aprender en clase y a llevar deberes o tareas a casa. En este sentido, cada maestro y profesor es un mundo ya que no todos están de acuerdo en atiborrar a sus alumnos con trabajos para hacer en casa, que les restan tiempo de ocio y de otras posibles actividades creativas o deportivas.

Beatriz Montañés es maestra de Educación Infantil, psicopedagoga, experta en educación emocional y asesora-colaboradora de proyectos educativos y tiene una percepción muy concreta del asunto de los deberes que ya ha originado debates en otras comunidades europeas.

Para empezar, la maestra no comparte la idea de utilizar la palabra “tarea” con los pequeños de Infantil, e insiste en que es más necesario motivar desde temprana edad para que los niños comiencen a descubrir que aprender es divertido y necesario para su vida. Con una simple tarea mecánica no se consigue, por eso es vital pensar en buenas alternativas a este “trabajo impuesto”.

Beatriz Montañez propone, por ejemplo, invitar al niño con ayuda de los padres a buscar en casa información sobre el tema que se está trabajando en la clase, trabajarla lúdicamente y compartir lo que han experimentado con el resto de la clase.

Otra posibilidad es manifestar máxima expectación cuando el niño lleva a casa una actividad que ha hecho en el colegio (dibujo, poema, juego, canción…) ayudándolo para que lo comente en familia.

Se trata, en definitiva, de reforzar y generalizar los descubrimientos y aprendizajes del niño desde la primera infancia de la manera más natural posible. En este sentido la psicopedagoga indica que “si lo que pretende la escuela es enseñar y lo que desean los padres es que sus hijos aprendan, sin duda todo aquello que se exija externamente tendrá un porcentaje muy bajo de motivación porque el verdadero protagonista, el alumno, no ha decidido nada”.

Quizás sea este el origen de un gran debate donde se cuestiona si nuestros hijos y alumnos han perdido pasión por aprender y de cómo estos deberes hacer han sido, entre otras cosas, causantes de tal mal. En cuanto a los alumnos un poco mayores, la tarea escolar plantea ciertos problemas, muchos de los cuales surgen del hecho de que los tutores no saben cómo enfrentarse con ellos y la cantidad excesiva de tiempo que se destina al día. En consecuencia, muchos padres desesperados acuden a la ayuda externa como profesores particulares para poder gestionar la presión que esto les genera. “Sin duda, esta opción es adecuada pero siempre y cuando se pacte con el niño para que tenga buenos resultados”, afirma Montañez.

Si no se puede contar con ayuda externa, el papel de los padres no se puede limitar a ser supervisores, a realizar la tarea por ellos, o, simplemente, a imponer horas de estudio, sino que hay que intentar acompañar, animar y proporcionarles recursos básicos para facilitar el trabajo.