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En los próximos días se iniciará la subasta de los dos vehículos que fueron usados por Hermoso y Zerolo durante su etapa de alcaldes en el Ayuntamiento de Santa Cruz. Aunque la puja se inicia con una cantidad bastante ridícula (1.500 euros para el Mercedes de Hermoso y 15.000 euros para el Audi de Zerolo -un vehículo que nos costó tres veces más-) tengo la esperanza de que las entrañas de cualquier insularista reclamen asentar sus posaderas donde la pasearon tan ilustres señores o que el partido que fundaron decida adquirir estos trastos para transformalos en coches triunfales que se expondrán, como cualquier movimiento insuloperonista que se precie, en un futuro museo de próceres. Fantaseo con la posibilidad de que, en la pelea por hacerse con este patrimonio móvil, se eleve de manera exponencial las cantidades fijadas inicialmente para mayor alivio de las cuentas municipales. Estas iniciales dosis de ironía sólo son un recomendable bálsamo frente a lo insufrible que resulta comprobar que quien generó la enorme deuda municipal y quien le enseñó los manejos para lograr beneficios políticos por esa nefasta forma de gestión, nos devuelvan, alegóricamente y vía subasta, una ridícula limosna. Fueron más de treinta años de enseñanza y, entre los temas excelsos de esta universidad, estaba el obtener las habilidades para poner un precio superior, si era el Ayuntamiento quien compraba, e inferior, si era el Ayuntamiento quien vendía, como medio de ganar favores políticos a costa de arruinar el Ayuntamiento. Por ejemplo , entre otras muchas tropelías, Hermoso enseñó cómo valorar en 12 millones de pesetas un enorme solar municipal que se encontraba en pleno centro de Santa Cruz. También mostró cómo se lo entrega mediante permuta a una entidad crediticia que antes de registrarla a su nombre ya lo había vendido por un precio cincuenta veces superior al que lo había adquirido. Los vecinos de Santa Cruz perdimos muchísimo dinero por esa permuta pero también perdimos mucho más que dinero. Aquel solar era la Ciudad Juvenil, un equipamiento deportivo emblemático para numerosas generaciones de santacruceros pero, sobre todo, un lugar central para los vecinos del barrio de El Toscal, que lo transformaron en un lugar de encuentro y de creación participativa. Hoy ese barrio, después de haber sufrido aquel despojo, sigue esperando, veinte años después, por recuperar esa vida social que le quitaron por 12 millones de pesetas. Con casos prácticos como éste, Zerolo, alumno predilecto de esta universidad, aprendió la lección a la perfección y, si en esta ocasión procedía elevar en varios millones de euros más la tasación que había realizado la técnico municipal del Ayuntamiento, se hacía sin ningún problema, que, como le habían enseñado, para hacer favores a costa del erario municipal está el alcalde.

Pedro Fernández Arcila Concejal de Sí se puede en Santa Cruz