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Palabras con vida propia> Por Carmelo J. Pérez Hernández

Es una lástima que un gran número de conceptos sobre los que se asienta la sociedad tal como hoy la conocemos hayan perdido su carga simbólica. Me refiero a que la repetición y el mal uso de algunas palabras predisponen al oyente -y al lector- a desconectarse y entrar en modo de navegación automática cuando se pronuncian. Eso pasa con términos tan decisivos como amor, paz, madurez, autoridad, esperanza, alegría, fe… y servicio, entre muchas otras. Todas estas palabras puestas en fila hoy por hoy podrían configurar una especie de lista viejuna de la que tirar cuando es necesario recurrir a topicazos para salir airosos. Serían algo así como el catálogo de emergencia en manos del conferenciante para seguir hablando sin decir nada.

Ocurre lo mismo en la Iglesia con las grandes palabras. Y eso es un drama, porque nuestros términos más preciosos contienen en sí mismos miles de años de experiencia, millones de vivencias atesoradas por quienes nos han precedido manteniendo en alto la antorcha de la fe. Manejamos palabras en el día a día de la Iglesia que han costado la vida a hermanos nuestros. Y, lo más importante, usamos palabras elegidas por Dios mismo para explicarnos quién es él y quiénes somos nosotros. Pero sucede que del uso viene el desgaste y algunas de esas expresiones están ya ajadas, han perdido para nosotros la fuerza revolucionaria que contienen, la carga de profundidad que las hace motivadoras. Y pasa también que los abusos de algunos a la hora de utilizarlas en la predicación o la catequesis, violando su contenido para arrimar el ascua a su sardina, las han hecho indeseables.

Por eso, en el Año de la Fe, yo reivindico la vida secreta de las palabras (con permiso de Coixet), recuperar su original fortaleza. Hoy, especialmente, me ocuparía del manoseado “servicio”, una palabra con vida propia. A todas horas hablamos de servir a los demás en la comunidad. Sirven los que desgastan sus manos acariciando a los pobres, los que usan el don de la palabra para enseñar a quien no sabe y sirven los que planifican el futuro en sus despachos.

@karmelojph