Atravesamos una situación tan dura en la Unión Europea, y por tanto en España, que en el último año, según datos oficiales, 900.000 extranjeros y unos 190.000 españoles emigraron buscando nuevos horizontes.

No soy su representante comercial, mucho menos uno de sus diplomáticos, pero ni valen las comparaciones. O sí. Si quiere emigrar. elija Brasil.

Sus últimos dos gobiernos, el de Lula da Silva y el de su sucesora y actual presidenta, Dilma Rousseff, han reducido la pobreza en el 30%. La delincuencia es perseguida sin piedad hasta utilizando las fuerzas armadas, como ocurre con los narcotraficantes en las favelas, y a los corruptos los “sueltan de la mano” el partido y el Gobierno, por lo que un exvicepresidente ha acabado en la cárcel esta semana.

Su economía crece y crece, y si bien aún el derrame sobre la sociedad no es totalmente perceptible, es el país sudamericano que más ha ampliado su sector de clase media, y por su PIB superó a Gran Bretaña y es la séptima economía mundial con un riesgo país de 179 puntos, a la vez que a entidades bancarias corrompidas el Gobierno las ha dejado caer asegurando los fondos de los ahorristas pero no protegiendo a sus dueños.

Todo ello se llama aplicación de políticas de Estado.

Sume a ello que la integración del extranjero -inversor o particular- es absoluta, y se convencerá de que no es necesaria una hiperrevolución de ultraizquierda o ultraderecha para sacar adelante un país, por lo que Brasil mantiene buenas relaciones en el orden mundial. Es el gran mediador en conflictos regionales.

El gigante sudamericano ya no solo es carnaval y bellas playas con garotas en bikinis hilo dental, sino una superpotencia y, de necesitar emigrar, yo, personalmente, optaría por Brasil.

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