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Por los dos cachetes – Jorge Bethencourt

Una persona, sin que quepa pensar que se trata de un milagro -aunque es un hecho milagroso- encuentra trabajo en Tenerife. Así que decide trasladarse a vivir a la Isla. Busca casa y encuentra una de un ciudadano que está dispuesto a venderla a buen precio. En concreto a cien mil euros. (Aunque a valor de mercado de antes de la crisis habría costado más o menos el doble). Las ocasiones las pintan calvas. Así que compró la vivienda. Poco tiempo más tarde, nuestro feliz ciudadano empieza a ser un poco menos feliz. Recibe una comunicación de la Hacienda canaria en la que le indican que la transacción que ha realizado, en cuanto al Impuesto de Transmisiones, ha sido objeto de una comprobación de valores (conforme a los valores de épocas remotas, de antes de la crisis inmobiliaria, que maneja lo público). Así que le giran una liquidación complementaria. O lo que es lo mismo, que para la Hacienda tributaria de las Islas, el valor del piso asciende a doscientos mil euros, que es la base imponible por la que hay que liquidar impuestos. El hombre intenta explicar que ha comprado una oportunidad, que realmente ha pagado cien mil euros…. Como si oyeran llover. Los de Hacienda dicen que muy bien mi teniente, que lo entienden, pero que pague primero (unos ocho o diez mil euros) y luego reclame (en virtud del principio solve et repete, que viene a significar: con la Administración, date por clavado). Nuestro ciudadano hace cuentas. O paga o se mete en el lío de garantizar primero el pago, contratar abogado después, largo contencioso, costos añadidos…, para al final, probablemente, cornudo y apaleado, terminar pagando lo pagado y además todos los costes del proceso. Virgencita que me quede como estoy. Paga. Y se acabó. Eso creía él. Apenas han pasado un par de meses y nuestro feliz ciudadano recibe una segunda comunicación, esta vez de la Agencia Tributaria del Estado. Los inspectores consideran que ha comprado una casa por doscientos mil euros de los que solo ha justificado cien mil, así que lo instan a demostrar la procedencia del dinero negro que supuestamente ha desembolsado. El tipo no se lo cree. Jura por todo el calendario gregoriano que solo ha pagado cien mil euros.

Pero le explican, amablemente, que ante la Hacienda canaria ha confirmado que ha pagado exactamente el doble. Y que ahora se trata de demostrar de qué colchón ha sacado la morterada. Y ahí tenemos a nuestro ciudadano español, siglo XXI, metido entre los colmillos de dos poderosas administraciones que lo crujen. Ya lo dijo Machado: españolito que vienes al mundo te guarde dios, una de las dos Haciendas te ha de helar el corazón. Y a veces las dos.

@JLBethencourt