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Células fotovoltaicas más eficientes y ecológicas

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Células fotovoltaicas en un panel solar. | DA

DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz de Tenerife

En la Universidad de La Laguna hay un equipo que fabrica células fotovoltaicas. Se trata del Grupo de Investigación en Óptica y Energía Fotovoltaica de la ULL liderado por Ricardo Guerrero Lemus quien explica que el gran reto en estos momentos está en buscar nuevas tecnologías para fabricar células con el menor impacto medioambiental posible y teniendo muy en cuenta el coste/beneficio. Es decir, eficiencia económica y ecológica. 

Este equipo de investigación es el único en Canarias que interviene en todo el proceso de la fabricación de células fotovoltaicas, desde el inicio, la compra de oblea de silicio, hasta el final. Esta labor la hacen en colaboración con el Instituto Fraunhofer de Sistemas Energéticos Solares (ISE) de Alemania, que tiene una línea de producción experimental de células fotovoltaicas. 

La tecnología de células fotovoltaicas está ya muy madura en todo el mundo. Ahora, la preocupación -tanto de la industria como de los legisladores y científicos- está en mejorar el aspecto de eficiencia económica y de impacto medioambiental en el proceso de fabricación de las mismas. 

La investigadora Amada Montesdeoca Santana está a punto de leer su tesis doctoral que ha girado sobre este asunto. Ricardo Guerrero explica que el objetivo de este estudio está en atenuar lo más posible el impacto de la fabricación de estas células y desmiente la leyenda negra en torno a este asunto. “Se dice que el consumo energético de fabricación no se amortiza, pero esto es falso; está demostrado que en poco más de un año se recupera la energía consumida en la fabricación de una células fotovoltaica”, afirma. Además, el proyecto trata de reducir el consumo con la incorporación de fuentes de energías renovables, rebajar la emisión de CO2 a la atmósfera y reducir a cero el impacto medioambiental controlando los residuos del proceso de fabricación. “Buscamos encontrar la célula más barata y más eficiente porque es lo que el mercado demanda”, explican en este grupo de investigación que trabaja muy pegado a la realidad y a la transferencia tecnológica. Algo que se potencia desde la Fundación Empresa de la Universidad de La Laguna (Feull) y desde la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (Aciisi).

El silicio es la base de estas células fotovoltaicas y lo es por varios motivos: porque se trata del elemento del segundo elemento más abundante en la naturaleza y porque sus electrones son muy manipulables para convertirlos en corriente eléctrica, por ello la industria microelectrónica también se ha basado en ellos. 

Hay que resaltar la diferencia entre la energía solar térmica, que se basa en el calentamiento de agua; y la fotovoltaica que es la que convierte el los fotones del Sol en electricidad. El proceso, simplificando mucho, es el siguiente: los fotones provenientes del Sol, cuando llega a la célula, son absorbidos por el silicio, cediendo su energía a un electrón. Los electrones son recogidos como energía eléctrica por los contactos de la célula.

En este grupo de la ULL tratan de que crear células que absorban la mayor cantidad de fotones para obtener más cantidad energía. Una de las maneras de conseguirlo es con el proceso de texturización, con el que se modifica la superficie del silicio para que disminuya la reflectancia y que la célula pueda absorber más luz. Además, trabajan en el uso de tierras raras -como los lantánidos- que favorece el proceso de conversión porque corrige y mejora la absorción de energía por el silicio. 

El equipo de Ricardo Guerrero remarca que tanto la texturización como el uso de las tierras raras ya son usos habituales en el proceso de fabricación y que la verdadera aportación de este grupo está en el proceso de fabricación para mejorar la célula en términos económicos y medio ambientales. “En el proceso convencional, hay un uso excesivo de aditivos -por ejemplo alcoholes que son caros, generan residuos y complica la seguridad en la planta donde se fabrica la célula- y nosotros prescindimos de esos aditivos”, explica Amada Montesdeoca quien añade que “además, trabajamos con bajas concentraciones de productos químicos y así se reducen los residuos procedentes del proceso de texturización”. Por ello, sus propuestas son muy fáciles de “incorporarlas al proceso industrial”, explica el profesor Ricardo Guerrero.