NORBERTO CHIJEB – TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife
El intruso que murió de un disparo en el transcurso de un presunto atraco a una finca de GüÃmar trabajó en una de las empresas de la familia propietaria de la misma, contra la que mantuvo un largo litigio tras su despido que finalmente perdió.
Según la información a la que ha podido acceder este periódico, fue en 2008 cuando la inmobiliaria Laguna del municipio de GüÃmar optó, en plena llegada de la crisis, por prescindir de varios de sus empleados, entre los que se encontraba el ahora fallecido.
Tras varios pleitos, alguno de los cuales incluso con fecha del año pasado, el ahora fallecido y sus compañeros no recibieron las cantidades que exigÃan en sus demandas, dado que imperó el criterio de que la empresa en cuestión habÃa quebrado.
Estos datos refuerzan una de las hipótesis de trabajo de los investigadores asignados al asunto, la venganza de un empleado insatisfecho, aunque ello no implica necesariamente que se desdeñen las demás, empezando por la más obvia, que es la delincuencia común.
Mientras tanto, al cierre de esta edición se desconoce si ya se ha producido el arresto del otro varón que irrumpió en la finca junto al ahora fallecido. El trabajo de los investigadores asignados al caso es constante y se espera que ofrezca resultados en breve. Como recordarán los lectores, fue en la noche del pasado domingo cuando dos varones encapuchados irrumpieron en una finca ubicada en la zona del camino del Chinguaro y arremetieron contra la pareja de ancianos que se encontraba en el interior, al punto de provocar una fractura en un brazo a la mujer en su afán de hacerse con el mayor botÃn posible.
En un descuido, el anciano, de 80 años de edad, logró hacerse con un revólver y disparó a la cabeza de uno de los intrusos, poniendo en fuga al otro.
Por estos hechos, ayer fue puesto en libertad con cargos, ya que se le acusa por un delito de homicidio y otro de tenencia ilÃcita de armas. Tendrá que comparecer cada 15 dÃas.
Dos datos: los perros de la finca no ladraron a los intrusos, uno de los cuales (según el anciano) portaba un arma que resultó ser simulada.