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La empatía como modo de supervivencia

Hernán Zin (i), Marian Heyerdahl (c) y Ramón Lobo (d) dialogaron sobre las distintas formas que hay para contar el dolor de las víctimas olvidadas . / FRAN PALLERO
Hernán Zin (i), Marian Heyerdahl (c) y Ramón Lobo (d) dialogaron sobre las distintas formas que hay para contar el dolor de las víctimas olvidadas . / FRAN PALLERO
SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Visibilizar y sentir el dolor de los demás es una cuestión de humanidad, pero también de supervivencia. Esta certeza fue compartida ayer por los tres invitados al foro Enciende la Tierra, organizado por la Fundación CajaCanarias. El periodista Ramón Lobo, el cineasta Hernán Zin y la artista Marian Heyerdahl vinieron a hablar del olvido de las víctimas y acabaron haciendo un alegato sobre cómo los periódicos, los documentales o las exposiciones contribuyen a que los ciudadanos encuentren su lugar en el mundo.

Esa necesidad de ubicarse en el mapa va más allá de la empatía: no hacerlo es un lujo que en estos tiempos ninguna sociedad puede permitirse. El autor del documental Nacido en Gaza fue el más contundente: “No querer ver qué hay más allá de nuestras fronteras es algo egoístamente absurdo: es un suicidio en un mundo global”, explicó Zin, que fue nominado al Goya por su rodaje en Palestina y que ahora prepara un trabajo sobre la matanza de elefantes en África. Ramón Lobo, corresponsal que trabajó para El País 20 años y cubrió muchas guerras, reivindicó la “reactivación” de la ciudadanía. “La gente tiene que volver a preguntarse cosas: cuando abres el grifo y sale agua caliente, deberías plantearte quién es responsable de que eso pase y por qué no ocurre en otros sitios”. Su alusión a las desigualdades latentes entre un mundo y otro fue repetida por la autora de La mujer de terracota, que puso especial énfasis en el deterioro de los recursos naturales a manos de unos pocos privilegiados.

Los tres ponentes ensalzaron sus profesiones -y vocaciones- como herramientas útiles para librar la batalla contra la pérdida de la memoria. A pesar de que reconocieron que la saturación de imágenes sobre conflictos lejanos funciona como un sedante, también consideraron que sigue siendo una forma de concienciación útil. Viajar para contar las miserias que otros padecen, para conocer las tragedias o las alegrías que viven, es su forma de no permanecer inmóviles al borde del camino. Y también la manera de intentar prender la llama y alumbrar a una ciudadanía que, en medio de la sobreinformación que se vierte en Internet, necesita que alguien explique lo que ocurre a lado de su casa, pero también a centenares o miles de kilómetros. Eso hizo Zin cuando viajó a Gaza y es lo que hará ahora que está a punto de grabar un documental sobre la matanza de elefantes en África. También es la tarea a la que se enfrentará Lobo a partir de hoy, que viajará hasta República Centroafricana para elaborar uno de los cuatro reportajes que prepara para Médicos Sin Fronteras. Tratará sobre el papel de las mujeres, musulmanas y cristianas, a la hora de crear puentes de entendimiento en medio del conflicto. Ellas, junto con los niños, suelen ser las víctimas con menos voz. Y que sean escuchadas, según lo que se pudo escuchar ayer, parece responsabilidad de todos.