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De isla Ellis a Baltimore – Por Gerardo Daniel Settecase

Películas de Hollywood y documentales dan cuenta del arribo a Estados Unidos, durante décadas, de millones de personas que procedentes de todo el mundo emigraban hasta allí buscando un futuro mejor. La isla Ellis era el lugar de agrupamiento previo a ingresar a esa nación “crisol de razas y tierra de libertad y oportunidades”, decía la promoción. Inclusive científicos nazis, pese a las protestas de la comunidad judía, ante la utilidad para Estados Unidos de sus conocimientos en tecnología espacial y nuclear; y opositores cubanos ante el avance soviético durante la Guerra Fría. Sin embargo subyace aún, como vemos desde hace meses en todo Estados Unidos, y explotara con violencia en Baltimore esta semana, un duro apartheid hacia los herederos de esclavos de raza negra secuestrados por siglos en África y que no entraron por isla Ellis sino en barcos negreros y fueron vendidos como ganado. Pese a las garantías de la Carta Magna estadounidense, y las conquistas de las reformas de 1964, los ahora eufemísticamente llamados afroamericanos aún padecen tal apartheid por “portación de piel”, lo que les convierte en sospechosos y potenciales víctimas inocentes de abusos por parte de fuerzas policiales locales no profesionales, generando reacciones ya incontables, como en Baltimore, que si bien antisistemas enturbiaron saqueando tiendas y quemando edificios, demuestran la rebeldía de un sector social estadounidense ante otro que aún ve, en el afroamericano, a un esclavo. Un ser inferior sin garantías constitucionales salvo que se llame O. J. Simpson, o Barack Obama. Las próximas crisis, si los republicanos ganan las presidenciales, o la Suprema Corte anula la Ley de Regularización de Obama, se producirán con los latinoamericanos. Cuasi esclavos que también sufren un apartheid por tampoco haber ingresado por isla Ellis. Única puerta hábil, según el ciudadano estadounidense medio.

gerardoctkc@gmail.com