“Las lágrimas derramadas por mi madre formaron en mí un inmenso océano de pena y vergüenza y me preguntaba cómo transformar esa imagen en una fuente inagotable de rectificación en mi vida, qué podía ser para convertirme en un ser digno de orgullo y felicidad para mis padres antes de entrar en prisión. Fue así como surgió en mi mente el reto de cruzar los océanos para convertir aquellas lágrimas en manantial de energía para cada uno de mis desafíos”. Así relata Jonathan García el desafío que se marcó para redimirse del pecado de una agresión a su hermano que le condenó a la cárcel, de la que aún no se ha librado, pese a obtener, por su buen comportamiento, la libertad condicional.
Jonathan García, que hoy tiene 27 años, comenzó, antes de entrar en prisión, a nadar y nadar sin otro objetivo que la redención familiar. Unió a brazadas La Gomera con Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote o Gibraltar con África y se mantiene firme en su idea de hacer lo mismo, en breve, con Gran Canaria y Tenerife.
Para ello Jonathan García espera que la recaudación de los primeros dos mil ejemplares que va a sacar de su libro le sirva para pagar el plan de seguridad que necesita.
Un libro, sí un libro. Jonathan aprovechó el tiempo en prisión para escribir y escribir, “hasta con llagas en la mano de tanto usar el lápiz”, comenta. Un libro de 180 páginas que saldrá a la luz la próxima semana en Las Palmas y en Tenerife y que nuestros lectores podrán conseguir con DIARIO DE AVISOS.
La libertad es poder elegir relata la historia de un joven que se desnuda ante los folios en blanco y que relata sin tapujos su complicado tránsito por la vida y su enormes deseos de elegir su propio destino.
[sws_pullquote_left]El libro saldrá a la luz la próxima semana y se podrá obtener con DIARIO DE AVISOS[/sws_pullquote_left] Jonathan García fue condenado en 2005 a tres años y medio de prisión por un delito de lesiones tras una pelea con su hermano y en septiembre de 2012 ingresó en la prisión Tenerife II, donde pasó 18 meses. Luego, fue trasladado al Centro de Inserción Social Mercedes Pinto, en la antigua cárcel de Santa Cruz, en donde siguió sus estudios de auxiliar de veterinaria y siguió redactando su historia, guardando los folios cada noche debajo del colchón por miedo a que alguien se los destruyera.
Hoy, con la libertad condicional y con el libro acabado, Jonathan González ya tiene en mente escribir su segundo libro, aunque su primer gran objetivo será cubrir el reto que se le resiste, el de unir las costas de Gran Canaria y Tenerife a brazadas, un logro que podría alcanzar el 30 de mayo si finalmente obtiene los permisos que hasta ahora se le han resistido.
Atrás han quedado las cadenas que simbólicamente utilizó para unir hace un año el auditorio Adán Martín con Candelaria y los muchos reparos que ha sufrido por no estar federado. “No busco récords ni medallas, solo el perdón de mis padres”, señala cuando se le pregunta por su metas en natación. Para él nadar, aunque lo llegara a hacer encadenado, es su mayor libertad. Ahora, esa libertad quiere demostrarla sobre el papel y para que sirva de ejemplo para aquellos que pasaron por una situación similar a la suya y todavía se encuentran en la búsqueda de una salida que les ayude a alcanzar el horizonte de la libertad. Por eso, este joven tacorontero, nos invita a adentrarnos en un libro en el que “no se guarda nada” y que en un viaje de palabras y experiencias relata la historia de un joven de familia humilde que ha sabido sobreponerse al difícil trauma de una disputa familiar y el castigo sufrido cinco años después de aquel incidente con 18 meses tras los “fríos barrotes de la cárcel”.
[sws_grey_box box_size=”620″]180 páginas con mucha fotografía
El libro ha sido impreso en Litografía Romero e inicialmente se pondrán a la venta dos mil ejemplares. Tiene 180 páginas y cuenta con una gran colección de fotografías, obras de Abraham Aranega Benítez, Alfonso Bravo, Fran Pallero y José Luis González. Cuenta con el patrocinio de El Churrasco Meloneras y Opticalia. [/sws_grey_box]