eL CHARCO HONDO

Él

Ahora que han derribado el monolito que homenajeaba la reunión que mantuvieron un grupo de oficiales con el entonces comandante general de Canarias, Francisco Franco Bahamonde. Ahora que ya han tirado el obelisco de hormigón y piedra, construido en Las Raíces para conmemorar un encuentro en el que -entre muchos otros- se perfiló el golpe militar que arrojó a España al pozo de la guerra civil. Ahora que lo han barrido por exaltar la que fue una convocatoria clandestina –el 17 de junio de 1936- para ultimar el golpe de Estado que tuvo lugar un mes después. Ahora que en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica se ha procedido en los términos ya señalados, resulta inevitable preguntarse qué simbolizará el monumento que hay al final de la Rambla, en Santa Cruz. Ahora que por Ley se han llevado por delante el monolito de Las Raíces, es tentador detenerse frente a la Comandancia de Marina y preguntarnos qué representa, cuál es su significado, a quién se rinde homenaje. A Franco no, no puede ser, descartado. Imposible. Se le conoce como el monumento a Franco, es cierto, pero no lo es menos que basta mirar las esquelas para confirmar que somos muy dados a cambiar los nombres, a saber, que fallece Eugenio y para que familiares y amigos se enteren de que ha muerto añaden -entre paréntesis- conocido por Toño. Dicen las malas lenguas que el monumento que hay al final de la Rambla es de Ávalos, que simboliza a Franco, salvador, volando sobre las alas de un arcángel. No puede ser. Se equivocan. Salvo que la Ley diga una cosa para el monte y otra para la ciudad, a menos que establezca dos categorías de Franco -rústico y urbano- si tiran el de Las Raíces es de cajón que hagan lo mismo, pero ya, con el que está al final de la Rambla. Y sí, resulta que sí, que homenajea al general. Siendo así, resulta contradictorio, sintomático e incoherente que se proceda a la demolición del monolito de Las Raíces y se mire para otro lado con el de Ávalos frente a la Comandancia.