la quinta ola

Pastiche juvenil

MANUEL E. DÍAZ NODA

La Quinta Ola es la última aspirante en esta guerra de las franquicias de fantasía juvenil por la taquilla. Protagonizada por jóvenes rostros como Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Alex Roe o Maika Monroe, con el apoyo como secundarios de veteranos como Ron Livingston, Liev Schrieber o Maria Bello, la cinta nos presenta un futuro inmediato apocalíptico, con la humanidad a punto de ser diezmada por una invasión extraterrestre.

Hay que reconocer que el arranque de la película es prometedor e incluso por momentos demasiado crudo para lo que se espera de un producto dirigido a público juvenil. Desgraciadamente, esto dura treinta minutos, el resto del metraje coge una deriva cada vez más deficiente y predecible. Y es que el principal problema que encontramos con La Quinta Ola es su falta de interés por generar una cinta original, buscando el éxito fácil parcheando una fórmula preestablecida con influencias nada disimuladas de títulos de probado éxito como La Saga Crepúsculo, Los Juegos del Hambre o la serie de televisión The Walking Dead. J Blakeson se había presentado como un director interesante con La Desaparición de Alice Creed, sin embargo, aquí naufraga víctima de la falta de interés de una historia donde el espectador es capaz de prever cualquiera de los giros dramáticos que presenta, cuando no se desvía directamente hacia situaciones absurdas e inverosímiles. Chloë Grace Moretz o Maika Monroe no son nuevas en la industria y precisamente habían despuntado previamente como actrices de talento, de igual manera que Liev Schrieber y Maria Bello cuentan en su haber con un cierto prestigio como intérpretes; sin embargo, cuando no están mal orientados por parte del director, sus papeles son tan planos y estereotipados que les dejan poco margen de lucimiento. No sabemos qué deparará el futuro a esta saga, de la que todavía quedan dos novelas más para llevar al cine, sin embargo, este arranque no resulta nada prometedor. De momento las cifras están lejos de ser propicias y, de continuar, sería recomendable reconsiderar los planteamientos, porque esta tendencia al pastiche sin alma augura pocas posibilidades de éxito.