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Es que estamos en Carnaval

1. Sentí vergüenza ajena cuando vi a los tres bobos, dos de etiqueta y uno de cuello abierto, acudir a la gala de los Goya. Se estaban exhibiendo como vulgares títeres en una reedición, muy basta, de aquella beautiful people de la bendita Transición. Pero sin categoría. Resulta que Pablo Iglesias Turrión va a ver al jefe del Estado en mangas de camisa y se endosa un esmoquin para la gala de los Goya. ¿Qué pretende, humillar al rey y dar categoría a los titiriteros? La escenificación fue de auténtico esperpento. Sánchez, creyendo que el líder podemita iba a acudir como un changa, para hacerle la pelota -que buena falta le hace- se presentó a cuello abierto, sin una triste corbata roja al cuello, como las que él se pone en los grandes acontecimientos. Como si el rojo fuera patrimonio de los socialistas, como lo era la pana en aquellos tiempos del cambio. Sólo Rivera, líder de la derecha fofa, fue fiel a su estilo: acudió de etiqueta como se pedía en la invitación, supongo.

2. Miren. Estos tres son unos niñatos impresentables que me están abochornando a mí y a medio país. En vez de meterle mano a los asuntos del Estado, que se cae a trozos, hacen jueguitos con las camisas y las corbatas. ¿A quién se le ocurre ir a ver al rey en mangas de camisa? Pues a un tipo maleducado e irrespetuoso, para demostrar a sus “pobres” -de pobres, los cojones- que ellos son unos proletarios de tomo y lomo y unos demócratas del desmanguille. Váyanse por ahí, hombre; y tengan vergüenza.

3. Me cansa esta gente y me causa tristeza; son unos actores de tomo y lomo, pero muy malos. Basan su actuación en gestos: una le da la teta al niño en el escaño; otro va de rasta y jersey de canalé al Congreso; el otro lleva un anorak de la primera guerra mundial, lleno de mugre. ¿Este es el progreso, sólo este o hay más detalles que tendremos que valorar? Porque si el progreso del que tanto alardean se limita a agitar las bufandas de punto, a llenar los escaños de jersey viejos y a eliminar las corbatas, guárdenme un cachorro… Esto no tiene remedio. En los Goya se demostró su pobreza de ideas y, a pesar de los atuendos, su falta de elegancia. Eso hay que mamarlo. A lo mejor es porque estamos en Carnaval.