apuntes de patafísica

Números desiguales

Las cifras y los porcentajes son un método muy eficiente de representar la realidad. Pero su misma precisión, su resistencia a los adjetivos, de alguna manera también suponen una buena técnica para inmunizarnos, para volvernos impermeables cuando esos números, esos datos, se refieren a una situación que no habla nada bien de nosotros. Para no sentirnos responsables de algo que debería avergonzarnos.

Coincidiendo con el Foro Económico Mundial de Davos que se celebra esta semana, Oxfam Intermón acaba de hacer público un nuevo informe, titulado Una economía al servicio del 1%, en el que, entre otros aspectos que sirven para configurar un retrato de la desigualdad, se señala que 62 personas en el mundo poseen tanto como los 3.600 millones de hombres y mujeres más pobres del planeta. En España las cosas no son diferentes. El análisis de Oxfam indica que el año pasado la riqueza de las 20 personas más ricas del país aumentó el 15%, idéntico porcentaje que reflejó la caída del patrimonio del 99% del resto de la población. Otro dato bastante ilustrativo: quienes presiden las empresas que conforman el IBEX 35 reciben unos ingresos que superan ya 158 veces el salario medio de un trabajador.

La ONG apunta que los paraísos fiscales, además de ser una práctica generalizada por la que los poderosos de este mundo se someten a unas reglas del juego diferentes que les permiten aprovechar “todos los resquicios posibles para evitar pagar lo justo”, son los responsables de que la brecha de la desigualdad no deje de crecer, de que no se garantice alimentación, sanidad y educación a todos los que compartimos este planeta.

Supongo que si fuera una de esas 62 personas más ricas del mundo encontraría mil y un argumentos para eludir mi responsabilidad y no padecer insomnio. Pero lo que me preocupa es que, no siendo un potentado, mi indignación, el malestar que comparto con muchos de mis semejantes ante esta realidad, no llegue a tanto como para rebelarme. Y claro, seguiremos sintiéndonos meros observadores mientras se perpetúa la injusticia.